Cuando al Gran Causelo le preguntaban si un capítulo del libro de texto de microeconomía podía caer en el final, la respuesta siempre era la misma. "Todo el Varian es materia de examen". Y año tras año, efectivamente, no había tema que no tuviera su pregunta correspondiente. Su comportamiento se basaba en dos principios claros: incentivos y credibilidad. El estudiante, ante la incertidumbre, se miraba todo. Porque, a la vista de exámenes anteriores, sabía que no había posibilidad de aprobar sin hacerlo. Nuestros políticos se empeñan en ignorar esos dos simples fundamentos. Anuncian previsiones de déficit que no se cree ni Bruselas, hablan de cortar la corrupción pero no establecen los castigos adecuados, y la evidencia indica que al final nadie va a la cárcel. Proclaman la bondad utópica del comunismo sin darse cuenta que la historia indica de manera dolorosa que no proporciona los incentivos adecuados a los individuos para que la sociedad progrese.
¿Queremos cambiar las cosas con nuevas leyes?. Empecemos por tres preguntas básicas.
1. ¿Proporciona la reforma los incentivos adecuados a los individuos para que se comporten con responsabilidad y esfuerzo?
2. ¿Cuál es la evidencia histórica y en otros países de los resultados de reformas similares?
3. ¿Es lo suficientemente creíble como para que los individuos la tengan en cuenta en sus decisiones?
El resto es empezar la casa por el tejado. Aunque se tenga buena intención.
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