Mostrando entradas con la etiqueta Macroeconomía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Macroeconomía. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de febrero de 2015

Economía neoclásica...y Tal (Mijaíl)




Buceando en la interesante serie de opiniones sobre el historiador británico Niall Ferguson que escribe Jesús Fernández-Villaverde, me encuentro con la siguiente reflexión del autor:
"[...] en general no entiendo nunca los modelos donde la demanda importa en el largo plazo. Aunque en el corto plazo las rigideces de precios y salarios pueden dar un papel a la demanda agregada como determinante del nivel de equilibrio de output que no se daría en el caso de precios perfectamente flexibles, en el largo plazo tengo la profunda convicción que los precios terminan siempre ajustándose (aunque lleve una década)"
Confrontado con la rotunda afirmación, no puedo evitar observar ciertos signos de rebeldía en el keynesiano reconstituido con el que convivo. Aceptando, como toda la corriente principal, la importancia de los factores de oferta, y en concreto de la productividad en el largo plazo, y no negando el progresivo ajuste de precios, me parece importante además pensar en el modo en el que las cicatrices de las malas decisiones del corto condicionan el devenir futuro de las economías modernas. Los fallos de demanda efectiva de Leijonhufvud y Clower y otros elementos relevantes, como los arreglos institucionales del momento (reglas del juego), resaltados por Acemoglu y Robinson, dejan sin duda impresas sus huellas , y a modo de hojas de Morgul, las heridas abiertas quizá nunca lleguen a cicatrizar del todo. Del mismo modo que creo evidente que la resaca de los inciertos 70 nos dejó con unas tasas de paro a todas luces difícilmente aceptables, considero además que podemos llevar el argumento más allá y hablar de manera más general de la conocida diferencia entre táctica y estrategia, y de su interacción simbiótica lo largo del tiempo, que explica en última instancia los resultados tanto de los juegos como de las guerras. Sin duda, el éxito del plan a largo plazo (estrategia) se ve condicionado por la habilidad para maniobrar en distancias temporales cortas (táctica) y las circunstancias imponderables que existen en un tiempo relativamente inmediato. Lo mismo que, como bien comprobó Napoleón, la táctica es inútil sin un buen y definido plan general, todo el edificio construido sobre la base de la productividad y el crecimiento tecnológico que es la teoría del crecimiento futuro se derrumba sin un buen tratamiento de las crisis del corto plazo. 

Se me ocurre que por ello, parafraseando a Skidelsky, el maestro está de vuelta. Y no sólo me refiero a mi admirado Keynes y su visión impresionista de un sector público activo que garantice la prosperidad y el camino correcto. Sino a otro mago, ajedrecista y nacido en Riga. Conocí por primera vez a Miguel (sintomática castellanización de nombre que en sí misma constituye una curiosa muestra de histéresis lingüistica heredada de tiempos más oscuros) en una de las viejas revistas de mi padre, cuando daba sus últimos coletazos a un todavía respetable nivel competitivo. En efecto, el juego del Gran Maestro Mikhail Tahl siempre tuvo presente las circunstancias y peculiaridades del corto plazo, y la importancia decisiva del mismo sobre la victoria final de la partida. Tahl enredaba al rival en inesperadas variantes y sacrificios, moviéndose como pez en el agua bajo presión, mientras su rival no encontraba la salida y terminaba frustrado y con un cero en el casillero del torneo de turno. Dado mi gusto por la crónica en rosa, no puedo dejar de citar el curioso pensamiento que según sus propias declaraciones le asaltó en cierta partida (transcripción obtenida de esta bonita página):
"Nunca olvidaré, por citar un ejemplo, mi encuentro con el maestro Eugenio Vasiukov (Kiev, 1964), durante uno de los campeonatos de la URSS. La posición en el tablero era muy compleja y pensaba sacrificar un caballo. No era una variante muy clara, puesto que existían muchas posibilidades. Comencé a calcular y me horrorizó la idea de que el sacrificio fuera falso. Las ideas se me amontonaban en la cabeza: una respuesta correcta del contrario en determinada situación la traspasaba a otra variante y allí, naturalmente, aquel movimiento era inoportuno por completo. Lo concreto es que en mi mente se formaba un montón caótico de movimientos, a veces incluso sin ninguna relación entre sí. No sé por qué, pero en aquel instante recordé la célebre poesía infantil de Korney Chukovski:¡Oh, qué difícil debe ser el trabajo de sacar a un hipopótamo del pantano!"

Recuerdo que en mi cabeza se amontonaban cabrestantes, palancas, helicópteros e incluso, una escalera de cuerda. Después de numerosos intentos no encontré ningún método aceptable para sacarle del pantano, y pensé con amargura: "¡Pues que se ahogue!" Y así el hipopótamo desapareció del tablero y me encontré con que la posición era más clara de lo que creía y, por supuesto, sacrifiqué el caballo.

Al día siguiente en la prensa se escribió: "Mikhail Tahl, después de analizar durante más de 50 minutos la posición sacrificó acertadamente una pieza...".
El mismo Bobby Fischer, después de perder cuatro partidas consecutivas en un torneo de candidatos expresó la idea perfectamente 
"Cuatro veces tuve posición ganadora....¡y las cuatro acabé perdiendo!"
Lo más curioso es que el análisis posterior de las partidas aumentaba el regusto amargo de la derrota, al revelar en muchos casos que, encerrados en el particular laberinto de Tal, los rivales ignoraban sistemáticamente respuestas que se revelaban adecuadas una vez pasado el trago. El componente psicológico del juego, dominado perfectamente por el acostumbrado Mijaíl, jugaba con frecuencia a su favor, y hacía que sus rivales escogieran una y otra vez opciones inferiores de movimiento de las piezas.

Si el campeón del mundo de ajedrez del bisiesto año de 1960 (pleno auge del keynesianismo práctico, por cierto) estuviera por aquí, seguro que me recordaría con voz aguardentosa, que la demanda (y en el lenguaje de los escaques, el corto plazo y la táctica) importan (y mucho). Porque la fuerza del consumo, la inversión y el sector exterior, pilares del gasto agregado, son indisolubles de la estabilidad necesaria para sostener un incremento de la productividad en el largo, que garantice un mayor nivel de consumo por trabajador a la manera de Solow. El sostenimiento de la demanda, en este sentido, consigue la permanencia en ese pasillo neoclásico del que ya hablé en anteriores entradas, y que es la base de mi idea general sobre el funcionamiento dinámico de la economía. Dentro de la senda de baldosas amarillas, la coordinación del sistema funciona, y en última instancia, retiene la manaza de Smith. Evitando un mate pastor prematuro, que dé al traste con la armonía futura que la seducción de la economía neoclásica promete. Y, por cierto, aprovecharía para reivindicar (y yo con él) la conveniencia de incluir el ajedrez en los planes educativos. Los resultados parecen prometedores, cuando menos.





domingo, 8 de febrero de 2015

Ent-conomía

"¿Lado? No estoy del lado de nadie, porque nadie esta de mi lado, pequeño orco"  
Bárbol, El Señor de los anillos.
Dice Charles Wheelan en su muy recomendable libro de "Economía al desnudo" que eso que llamamos mercado, entendido a vuelapluma como sistema de precios y libre emprendimiento bajo propiedad privada, no es un ente inmoral ni particularmente malvado. Tampoco es un dechado de virtudes al que confiar ciegamente el incierto futuro de nuestras sociedades. Se trata de un instrumento, como diría Joan Robinson, que puede ser utilizado (o abandonado) con distintos fines. Y es, por tanto y en este sentido, amoral. No me resisto a escanciarme, en traducción libre y con anotaciones, algún versículo.

"La economía de mercado es una fuerza muy poderosa para hacer que nuestras vidas sean mejores [...] Al mismo tiempo el mercado es amoral. No inmoral, simplemente amoral. El mercado recompensa la escasez, lo que no tiene ninguna relación inherente con el valor. Los diamantes tienen un precio muy alto, mientras que el agua [...] es casi gratis. Si no hubiera diamantes en todo el mundo, apenas sería un inconveniente. Si desapareciese toda el agua nos moriríamos [...]. El mercado es como la evolución, una fuerza extraordinariamente poderosa que se dedica a recompensar al rápido, al inteligente y al fuerte [yo añadiría, en su apliación práctica conocida, al ya previamente poderoso]. Dicho esto, convendría recordar que dos de las especies más adaptadas en el planeta, son la rata y la cucaracha"

Es, en definitiva, a nosotros, pequeñas motas de Carbono, a quienes nos corresponde intercambiar su neutralidad moral  por militancia activa en servicio de una serie de fines que nos corresponde definir políticamente. Una vez consensuada la solución democrática como (imperfecta) pero operativa manera de agregar nuestras preferencias individuales, y la existencia de planeta y tiempo para definir nuestros objetivos, dos conclusiones puedo sacar en claro.

La primera, la conveniencia de recuperar ese apellido de "política" que la economía llevó hasta el cisma Marshalliano. Nuestra cosmovisión es indisoluble de las soluciones que planteemos a los problemas de escasez que desde Robbins y Friedman consideramos como centrales de nuestra disciplina. El sueño de una economía completamente libre de juicios de valor a las buenas constituye una fatal arrogancia, y a las malas, uno de esos letargos de la razón que inevitablemente producen monstruos. No quiero (como quizá sugiera aquí el profesor Anisi) adoptar al respecto sin embargo la posición de negar cualquier carácter científico a la disciplina, pues el método seguido debe ser riguroso y el análisis de los economistas puede arrojar (y efectivamente lo ha hecho) una luz decisiva que contribuya al progreso (una buena defensa desde la profesión, aquí). Es un hecho que el tratamiento de las recesiones de hoy se beneficia de los estudios rigurosos del pasado.

La segunda, la propuesta, conocida con el quizá tibio nombre de Tercera Vía de que utilicemos el mercado con pies de plomo y toda la parsimonia que nos podamos permitir. Apoyémonos en regularidades y análisis de los expertos en la materia. Pero no olvidemos que, al igual que la justicia, y por su carácter instrumental, la máquina de Adam Smith es ciega, y en ello van sus virtudes y defectos. El voto se mide en euros y no en personas, y como cualquier estudiante de primero de microeconomía puede fácilmente discernir, las demandas de aquellos que no pueden apoyar sus reivindicaciones en el lenguaje del verde billete son invisibles. La dolorosa realidad lo muestra a las claras: las bolsas de exclusión y desigualdad siguen muy presentes hoy, y tienen que ver con grupos masivos de individuos sin voz en este particular lenguaje de las economías modernas. Personas nacidas supuestamente iguales a nosotros, pero sin el "privilegio" de lo que Clower o Leijonhufvud definirían como capacidad para sustentar sus demandas nocionales y traducirlas en voces efectivas. Si seguimos con la metáfora linguîsitica que tanto agradaría a Tolkien, estamos hablando de una gran parte de la humanidad sin diccionario ni medios para hacerse entender en un mundo que presenta como única una Lengua Común que en realidad empobrece, Llevemos más allá la reflexión. ¿Es compatible declarar supuestos derechos que no pueden ser ejercidos a través del único código que el mercado entiende? Hablar de derecho a una vivienda digna sin proporcionar a los individuos los medios (monetarios o no) para garantizarla suena a los más perjudicados como un intolerable brindis al sol, o a las malas como una malévola sonrisa del subastador Walrasiano ante el que se postran los curanderos que se autodenominan expertos.

Es relevante por tanto reiterar, como señala a las claras David Anisi, parece que alguien quiere hacernos creer que la taladradora es la única alternativa. No son el mercado, ni menos sus versiones Sui Generis de capitalismo de amigotes, las únicas herramientas de la caja, y su presentación como única vía constituye un claro caso de fraude intelectual, como podrán bien comprobar los consumidores de electricidad durante este frío enero. El mercado desnudo es frío y calienta la creación de escasez, como el  histórico caso de los diamantes muestra a las claras. Humanicémoslo y no insultemos como economistas el entendimiento del que no llega a fin de mes. Nuestro fracaso en la distribución (objeto de la economía según los Ricardianos) es patente. La igualdad de oportunidades parece resentirse en un mundo de crecientes diferencias

Lo mismo que el sorprendido Meriadoc Brandigamo, alcemos la voz, argumentemos y abramos la caja de herramientas, esa que por intereses más o menos inconfesables parece cerrada para unos y descartada en las reuniones de la Gente Muy Seria. Convenzamos a los Bárbol de turno de que merece la pena tomar partido en nuestra particular guerra del anillo. Desde la humildad, pues incluso los concilios de los grandes yerran. Las cicatrices del corto plazo serán visibles en ese largo plazo que dibujan los macroeconomistas clásicos. Y Sauron, aparentemente destruído en aquellas batallas del siglo XX, sigue acechando. Aunque algunos no quieran ver.


martes, 11 de noviembre de 2014

La lluvia de Noviembre (II) Chaqueta verde para Leijonhufvud

En mi peregrinar frecuente por las orillas de la corriente principal, de nuevo me he encontrado con un viejo amigo. Y es que Leijonhufvud nunca defrauda en lo que a intuiciones se refiere. Bien es cierto que, siguiendo el consejo de Fernández-Villaverde, suelo caminar precavido y no me detengo con cualquiera, pues heterodoxia e ignorancia son con frecuencia compañeras de viaje. El caso es que el Quijote sueco es mi debilidad, y freuentemente paso el resto del camino pensando en lo aprendido.

Como ya he escrito con anterioridad, la idea del pasillo neoclásico, aparecida por primera vez en un quizá injustamente olvidado legajo de 1973, me parece muy relevante para ordenar el pensamiento sobre los abundantes problemas de la macroeconomía actual. La intuición básica tiene que ver con la existencia de situaciones en las que los mecanismos autorreguladores propios del mercado (ajustes de precios) devuelven a la economía a un hipotética situación de crecimiento estable, en la que se consigue un grado de coordinación razonable y las variables más relacionadas con el bienestar último de los individuos se encuentran en valores" adecuados" (baja tasa de desempleo, confianza en las instituciones, buenas perspectivas de futuro). Más allá de los márgenes de la senda se extiende sin embargo la oscuridad. Los procesos multiplicadores que alejan a la economía de la estabilidad (endeudamiento contagioso, caídas sucesivas de la demanda efectiva y el empleo, desigualdad campante y discriminatoria, inestabilidad monetaria, ruptura de la confianza necesaria para la coordinación) acechan agazapados. Como buen Mufasa, ningún gobernante benevolente debería  recomendar a los cachorros de león adentrarse en ese tipo de lugares poco conocidos, y se necesita una acción enérgica del Estado (políticas de rescate) para retornar a la armonía. Pues bien, la nueva idea sería introducir mayor cantidad de regiones. No hablar de blanco y negro sino de tonalidades de grises. Varias sendas rodeando a la homeostática en la que la Mano Invisible de Adam Smith y las señales de precios intuidas por Hayek campan a sus anchas y el mercado funciona como en los bonitos y estilizados  modelos de economía de pizarrón. ¿Cuál es la anchura de cada una? ¿Qué políticas aplicar una vez definida la situación?. Aunque parezca que no, ya sabemos cosas. Aunque las escuelas de pensamiento discutan largamente sobre las indicaciones y contraindicaciones para el paciente de las distintas medicinas y medidas correctoras en función de la situación, la historia ha ido enseñando lecciones útiles: cuidado con el sistema financiero, salvar bancos puede que sí, salvar banqueros no, las políticas no son neutrales en materia de distribución, los controles de precios son una mala idea...

Llevando la intuición más allá, se trataría de establecer un marco de pensamiento que permita, acumulando lo que ya conocemos, delimitar áreas y anchuras, para luego aplicar el remedio. No es lo mismo buscar el éxito desde el green que en el rough. Salir del bunker requiere especial habilidad. Y no será porque nos falten Seves para solucionar incluso situaciones aparentemente desesperadas. Ahí están los Stiglitz y Akerlof, especialistas en zonas oscuras. O los Fernández-Villaverdes, expertos en mantener esa bolita de la que depende el bienestar de todos bien metida en la calle que asegure el mínimo de golpes posibles para reclamar el aplauso del público (obviemos por razones de confusión lo de meterla en el hoyo). Añadiría en esta visión las sabias palabras del profesor Anisi. A pesar de que esa gran bolsa de palos que es la teoría económica parece proveernos de material para superar cualquier amenaza de Bogey, precisamente en nuestra esclerótica Europa parece que el caddie no da con los palos correctos. Mucho corto, poco drive. Y en este caso parece que perdemos la Ryder de paliza. Pongámonos manos a la obra, porque la hierba es cuando menos alta. Pero antes de continuar, reclamo a viva voz la chaqueta verde de Augusta para alguien hace tiempo fuera del recocimiento oficial. Un brindis por Axel, que siempre está ahí, haciéndome maquinar a mi y a mis quizá sufridos alumnos. Deberían permitir incluso, como al inolvidable Ballesteros, llevarse la prenda a su Pedreña particular. Y de paso, que con el Gran Causelo y Anisi de testigos reales o espirituales, se la ponga Juan Urrutia, viejo compañero suyo en aquella efervescencia de los primeros 70.




miércoles, 29 de octubre de 2014

Reflexiones de un octubre incierto (y III). Deep Throat

En un lugar indefinido del tiempo y del espacio, tuve la siguiente conversación con un profesional del mundo de las finanzas, de cuyo nombre, (internacional) empresa e (importante) cargo no quiero acordarme.
Marshall-Hicks: "¿Qué te pareció lo de Deloitte en Bankia? parece que les van a multar por prestar servicios de consultoría a la vez que se supone que controlaban las cuentas de la compañía. Juez y parte, vamos..."
Señor X: "Sí, me sorprendió leer de lo que les acusan...porque nosotros hacemos punto por punto lo mismo. Se supone que no podemos prestar servicios de consultoría a empresas que auditamos...pero en realidad lo que hacemos es facturarlo todo a través de auditoría y seguir asesorando y vendiendo proyectos. Todo supuestamente legal...pero más de una vez nuestros propios auditores han tenido que validar lo que nosotros hacemos...Así que normal. Casi espero que lleguen los de Podemos y acaben con todo"
Es por eso que, tras leer sus intenciones, enviémosle fuerzas a Luis de Guindos para que de una vez por todas tome cartas en el asunto y se mantenga firme. Parece que va por el buen camino. Eso espero. O dentro de poco tendremos más agujeros de esos que paga el contribuyente. Sin comerlo ni beberlo. Más madera en breve, hasta completar el imperfecto cuadro que empezamos a delinear.

lunes, 27 de octubre de 2014

Reflexiones de un octubre incierto (II). El ingeniero De Pascuale

Digamos en primer lugar que fue un encuentro largamente esperado. El día que conocí al ingeniero De Pascuale y a su querida familia resultó ser una tarde desapacible en la capital del reino, de esas que no acaban de descargar los lagrimones a pesar de lo cargado del ambiente. Tras las presentaciones oficiales y la primera ronda de viandas de la tierra asturiana, llegó el tiempo de la charla, que dio para analizar desde las diferencias de bravura entre la anchoa del cantábrico y la mansa y cobarde de Mar del Plata hasta la conveniencia u oportunismo político del sol inca de la bandera nacional Argentina.

Sin poder disimular mi curiosidad, recorrimos adelante y atrás décadas de la turbulenta historia económica argentina. Cazadoras que triplicaban su precio en unos instantes debido a la hiperinflación, taxistas convertidos en expertos tratantes de divisas, procurando poner su dinero a salvo en verdes dólares, mientras gobiernos populistas privatizaban a manos y carteras llenas. Fue entonces, ya entonados por el cálido brebaje de la casa, cuando mirándome fijamente, mi interlocutor dio con la clave que desde entonces aparece recurrente en mis pensamientos sobre el tema.

"Pero lo peor de la inflación es que multiplica la desconfianza entre  individuos. Descohesiona la red, deslía una madeja tejida durante generaciones de colaboración. Mientras que vos pensás que la otra parte te está cagando, ves en el rostro del otro la desconfianza. Ninguno de los dos salís satisfechos de la transacción. Y eso es un desastre para el sistema" 

El asunto es que el ingeniero tiene toda razón. Con el agravante de esa ley universal que dice que la confianza tarda mucho en tejerse pero un instante en recorrer de vuelta todo el camino transitado. Lo extendería más allá del ataque del dragón inflacionario, y la cadena me lleva (como no) a Leijonhufvud. Hablemos de tarjetas black, impunidad y jueces juzgados en vez de los verdaderos delincuentes. De grandes empresas de auditoría en un fino alambre construido de facturaciones astronómicas a costa de ser juez y parte. Auditan mientras consultan y presionan al regulador para mantener la red por si ocurre una desafortunada caída. Hablemos de una ciudadanía que despierta y cuestiona el estado de las cosas, apoyando opciones políticas basadas en la denuncia de la putrefacción. Y estaremos situados de lleno fuera del camino, en esa oscura región de los fenómenos retroalimentados que nos alejan más y más de la senda de autorregulación del sistema. Fuera del pasillo neoclásico.

Casualidad o no, es precisamente desde el literal centro de nuestra querida Argentina desde donde Leijonhufvud vuelve a alzar la voz. La economía como red de contratos basados en la confianza mutua. Y el sistema financiero en el centro de todo. Necesitamos volver a los compartimentos estancos que mejoren la estabilidad conjunta del sistema, y replantearnos la función de los bancos centrales, debido a las implicaciones que sus supuestamente neutrales políticas tienen sobre las distribución de la renta entre individuos. No es de recibo que se les den facilidades para obtener dinero a tipos bajos y acto seguido lo metan en deuda de los estados, aprovechándose del diferencial de tipos para obtener una rentabilidad vetada a resto de los mortales. Estoy tentado de hablar de casta, y eso es un verdadero síntoma de que Podemos es hijo de nuestro tiempo. Un tiempo que a mi querido ingeniero de Pascuale no le pillará por sorpresa, y que parece alejarse al menos temporalmente de ese capitalismo que viene del que nos habla Juan Urrutia. Tampoco se le escapan las claves de nuestra incierta realidad a un profético Leijonhufvud, del que no me resisto a reproducir un revelador pasaje. No sin antes recomendar la lectura completa del documento que enlazo,

"But financial systems can become “fragile”. When this is the  case, one default can trigger an avalanche of defaults. Most avalanches are small and self-limiting. But in extreme cases  they can take down very large portions of the web of contracts. A major collapse of the web will be associated with a breakdown in the economic organization of a country and  widespread unemployment of labor and other resources. But it  is more serious than that. A default avalanche leaves a myriad of broken promises in its wake. Social relations are disrupted  by distrust and recriminations all around. Effective political action becomes almost impossible. Extremist movements on  the right and on the left threaten the stability of the political order. It is of the utmost importance, therefore, that a great collapse of the web be stopped – somehow..."

Traducción (libre)

"Pero los sistemas financieros pueden llegar a ser "frágiles". Cuando este es el caso, una fallo en el pago puede desencadenar una avalancha de impagos. La mayoría de las avalanchas son pequeñas y autolimitadas. Pero en casos extremos que pueden acabar con una proporción muy grande de la rede de contratos. Un colapso importante de la red se puede asociar con una ruptura en la organización económica de un país y el desempleo generalizado de mano de obra y otros recursos. Pero es más grave que eso. Una avalancha como la descrita deja una gran cantidad de promesas incumplidas como herencia. Las relaciones sociales se ven perturbadas por la desconfianza y recriminaciones por parte de todos. La acción política efectiva se vuelve casi imposible. Movimientos extremistas de la derecha y de la izquierda amenazan la estabilidad del orden político. Es de la mayor importancia, por lo tanto, que una gran caída de la red de contratos sea detenida...  de alguna manera... "



domingo, 12 de octubre de 2014

Welcome to the (capitalist) jungle


Para bien o para mal, el capitalismo moderno es una jungla. Porque además de indudablemente salvaje y de tener en la cumbre del ciclo de la vida a leones de dientes largos y tarjetas black, todo el resto de hormiguitas que cada día nos levantamos con expectativa de un mañana más próspero estamos conectadas entre sí por un delicado y las más de las veces invisible equilibrio, más frágil de lo que nuestras sofisticadas televisiones de plasma parecen sugerir. Y es que sucede que como bisagra de todo el mecanismo se encuentra el sistema financiero, que básicamente se encarga de trasladar el ahorro conjunto de todos a proyectos de inversión que nos dan de comer. Así, mi actual puesto de trabajo es probablemente resultado de que un día el señor Montero pidió un crédito para montar el chiringuito, y sigue devolviéndolo en cómodos (o no) plazos. Ese crédito salió precisamente del ahorro de todos, depositado convenientemente en una entidad de préstamo o irresponsable caja. Añadiendo un épsilon más de riesgo, técnicamente, por cada depósito realizado, el banco puede guardar una parte y prestar el resto. Con el sistema de créditos se favorece la inversión (emprender actividades), pero también se consigue que la confianza sea una variable crítica. Si todos vamos al banco a la vez a retirar nuestro billete verde, ¡No habrá suficiente!, y tendremos que recurrir a la vieja máquina de imprimir de ese Rey Midas llamado Banco Central Europeo.


Queda claro y meridiano por tanto que una de las piedras angulares del sistema es esa especie de catalizadores de la reacción química económica que llamamos bancos. Por eso los rescatamos con el dinero de todos cuando son muy grandes y están en problemas. la teoría económica (que no la práctica) es clara al respecto: rescatar bancos, NO banqueros (estos a la cárcel si han gestionado ilegalmente. Y a responder con su patrimonio de las pérdidas). Es evidente por tanto, que sí sabemos lo que hay que hacer para humanizar lo salvaje. Vigilar riesgos y concesión de créditos, encarcelar ladrones, y prevenir a la población sobre las amenazas latentes o no tanto de la que nos alerta el siempre agudo Leijonhufvud. Porque si el sistema financiero cae, caeremos con él, por la vieja ley de la jungla. Aunque los de Podemos no lo entiendan, y sigan pensando en términos de granja colectivista.

sábado, 15 de febrero de 2014

Axel Leijonhufvud y aquel viejo zapato marrón

En febrero de 1969, y como una cara B del single de la Balada de John y Yoko, los Beatles nos regalaron Old Brown Shoe, obra maestra de Harrison. Su producción relativamente tosca y el carácter experimental de la grabación de las voces (con George encarado frente a una de las esquinas del estudio para probar el efecto de distintos ecos de lejanía) esconden en cierta manera lo que para mí es una de sus grandes obras maestras. La línea de bajo dibuja una deliciosa melodía propia, acompañada por una magistral percusión, que envuelve el tema. El conjunto se ve rematado con una enigmática letra sobre opuestos que lo hace imprescindible en cualquiera de mis recopilaciones caseras de los Fab Four.


Unos años después, empezando en los duros 70 y evolucionando hasta hoy mismo, Axel Leijonhufvud nos regalaba su particular cara B de pensamiento económico, quizá repleta de imperfecciones y argumentos ambiguos, pero que me parece (como ilustra extensamente mejor que yo el exquisito Juan Urrutia aquí y aquí ) una idea sólida para sentar las bases de una nueva manera de pensar y actuar frente a las crisis financiera de la actualidad. Una idea quizá olvidada y en espera de rehabilitación, como tantas joyas de los cuatro de Liverpool. 


Aquí viene la intuición: la vigilancia y acción deben centrarse sobre los mecanismos que garantizan la estabilidad del sistema. En evitar la aparición y el impacto de esos mecanismos que separan a la economía de su senda de crecimiento (que puede ser entendida como un particular camino de baldosas amarillas hacia la tierra de Oz, pero esta vez sin mago farsante).


En su hipótesis del pasillo neoclásico, nos sugiere Leijonhufvud pensar en dos regiones fundamentales en las que se podría situar la economía de un país a lo largo de su evolución en el tiempo, y que nos podrían ayudar a caracterizar por tanto los ciclos económicos.

  • Región Neoclásica (o “dentro del pasillo”). En ella, los mecanismos de ajuste propios del mercado hacen que las perturbaciones se corrijan, retornando a una senda estable de crecimiento sin necesidad de intervención de carácter extraordinario. Las políticas monetarias y fiscales tradicionales son suficientes para mantener la economía dentro de un equilibrio razonable. En estas situaciones, el ajuste de los precios realiza el trabajo de devolver a la economía a la senda de prosperidad. El gran peso del ajuste lo lleva por tanto la denominada “Mano Invisible” de Adam Smith, y las políticas tienen el único efecto de “suavizar” el impacto de los vaivenes de la actividad (ciclos económicos) sobre el crecimiento. 
  • Región keynesiana (o “fuera del pasillo”). En esta zona, el sistema carece de propiedades de autorregulación. Si una perturbación es lo suficientemente importante (crisis financieras globales, explosión de burbujas especulativas) se ponen en marcha procesos de retroalimentación que en vez de corregir los desvíos los amplifican. La idea general es la misma que la del multiplicador de Keynes-Kahn: un cambio inicial genera un efecto en cadena que aleja a la economía más y más de una hipotética situación de equilibrio “deseable”. Así por ejemplo, podríamos citar los efectos de la quiebra de una gran entidad bancaria. La crisis de liquidez que trae como consecuencia se propaga rápidamente, causando cierres en cadena y restricciones del ingreso de los consumidores que pueden comprometer la estabilidad del sistema y, en última instancia, su existencia misma.

¿Cuál es la anchura del pasillo neoclásico? ¿qué variables nos desvían de él? ¿Qué instituciones pueden aumentar la estabilidad del conjunto?. Podría ser interesante intentar pensar en el rol de las políticas de estabilización en este contexto. La existencia de una política monetaria adecuada ensancharía la región neoclásica, actuando además como un "mullido colchón", en palabras del propio Urrutia, que evita que el tren de la economía se salga de la vía. Es evidente que la adopción de políticas irresponsables (como el recurso a la impresión de dinero para pagar deudas) puede estrechar de tal manera el pasillo neoclásico que cualquier perturbación puede retroalimentarse hasta provocar una crisis de graves consecuencias. Una política monetaria irresponsable sería por tanto el equivalente a retirar la red durante la actuación de un equilibrista. Hasta la más pequeña ráfaga de viento podría tener graves consecuencias sobre la estabilidad del artista. 



La política fiscal enérgica podría pensarse como el “desfibrilador” utilizado en caso de urgencia. Una vez que la economía se encuentra dentro de una de las regiones keynesianas, parece claro que la necesidad de acción es imperativa, pues la existencia misma del sistema puede depender de ello. Sin embargo, se deben señalar en este punto algunas limitaciones fundamentales al empleo del presupuesto público en estos contextos. 


En primer lugar, el buen uso del desfibrilador requiere primero la conexión a una fuente de corriente. Si la economía se encuentra lastrada por un problema de déficit o de un sistema financiero inoperante, difícilmente puede el estímulo fiscal llevarse a cabo sin producir consecuencias incluso peores que las que en principio trataba de remediar. En segundo término, no debemos perder de vista el carácter excepcional de las medidas tomadas en este sentido. De la misma manera que el desfibrilador sólo sería adecuado para situaciones concretas, no se deben confundir remedios coyunturales con estructurales. Se podría argumentar a este respecto que los remedios keynesianos surgieron en un contexto determinado (la Gran Depresión de los años 30) y para responder a una situación determinada, pero que dejan sin resolver aspectos fundamentales para asegurar el buen comportamiento de las economías en el largo plazo (crecimiento de la productividad, mejora del capital humano y las instituciones, etc.). Garicano lo resume perfectamente: ser más productivos para vivir mejor. Y eso implica prestar atención a la mejora del capital humano.


El tipo de políticas concretas que se deberían utilizar parece también un aspecto muy relevante. La primera idea que me parece clara es que se deberían priorizar aquellos gastos públicos que expulsen el mínimo posible de inversión privada. En concreto, gastos en I+D o investigación básica aparecen como claramente adecuados. Por un lado, se trata de aspectos en los que la iniciativa privada podría no intervenir en la magnitud suficiente, debido a la dificultad de obtener rentabilidad a corto plazo de las mismas. Por otro, son garantía de productividad, y por tanto bienestar futuro.

Por último en esta nube desordenada de ideas, quizá, un aspecto importante relacionado con las políticas de estabilización es la secuencia temporal de las políticas. El orden seguido en la aplicación de las medidas dependerá de la situación de la economía en el momento de la crisis. Parece evidente, tal y como señala Leijonhufvud, que la aplicación de políticas monetarias o fiscales al rescate de entidades no puede generar efectos inmediatos en la economía real. Con toda seguridad, las entidades con problemas utilizarán el dinero para cubrir los agujeros de sus balances, y por tanto , las inyecciones de liquidez no se reflejarán en un aumento del crédito para las empresas. Es por ello que la secuencia que se debería seguir ante una crisis del sistema financiero parece clara: en primer lugar, reconocimiento de las pérdidas. Después, intento de reparación del sistema. Y en última instancia, estímulo propiamente dicho. El problema prioritario por tanto será sanear el sistema financiero, ya que se trata de una condición necesaria para que las medidas de estímulo de la inversión tengan un verdadero efecto sobre la economía real, y en última instancia sobre el empleo. 

Incluso por su físico, coincidente en los fundamental con el del manchego inmortal, Leijonhufvud se me aparece como un Quijote entre los Sanchos realistas de la teoría económica actual. Esperemos que, como la obra maestra que enlazo a continuación, sus ideas encuentren el lugar que creo que merecen dentro de la profesión. O al menos, y tal como ocurre en la obra de Cervantes, que el idealismo del hidalgo tiña de esperanza la resignación existencial del escudero.




viernes, 4 de octubre de 2013

Bancos Centrales y redistribución de la renta

Dice Ignacio Aporta de Paz que la política de bajos tipos de interés para los bancos es una manera intolerable de subsidio, ya que con ese dinero "fácil" compran deuda de los países en crisis y se benefician del diferencial de rendimientos. Y creo que tiene toda la razón. Siempre ganan los mismos. Y llevando el argumento más allá. ¿Qué sentido tiene la "independencia" del Banco Central Europeo si al final se dedica a hacer este tipo de cosas? Leijonhufvud lo deja muy claro aquí. Ninguno.

"The independence doctrine, however, is predicated on the distributional neutrality of their policies. Once it is realised that monetary policy can have all sorts of distributional effects, the independence doctrine becomes impossible to defend in a democratic society"

domingo, 29 de septiembre de 2013

La macro de System of a Down

La Macroeconomía es una sinfonía inacabada con varias propuestas de continuación. Los neoclásicos buscaron la inspiración en Mozart, toda variación del tema principal se despliega en el tiempo y converge en torno a una palabra clave: equilibrio. La composición era bella y natural, de dinámica elegante, autocontenida en ecuaciones que ordenadamente explican mucho con poco. Una economía a la medida de Newton, pero sin la capacidad de éste de mandar un cohete a la Luna. Ocurre que lo armonioso no es real, la sopa primigenia no es vida. Y llegó Keynes, el primer romántico, un Beethoven de pasión, de subidas y bajadas, economías estancadas en el desempleo y donde la Mano Invisible de Smith no se ve porque en muchas ocasiones no está. Y con él, uno años después, la macro del desequilibrio, la idea de fallos de coordinación que hacen que la economía no vuelva al equilibrio del libro de texto, que las perturbaciones se amplifican en vez de corregirse, hasta hacerse más audibles que el tema principal. Como la bella durmiente, la corriente se encuentra, por razones variadas, en un relativo olvido. El equilibrio con fricciones es hoy el estándar (aquí, un resumen de la metodología moderna al respecto).

Quizá, y a la vista de  la última crisis práctica y teórica, se necesita una teoría cuántica de la macro que sustituya la tradición newtoniana. La incertidumbre, la incapacidad inherente de predicción, los problemas de distribución de la renta, la irracionalidad, la ética....¡y el desorden en el sistema!





jueves, 26 de septiembre de 2013

David Anisi, un verdadero profesor

"Pero nada importa la realidad si la idea es vendible,e inmersos como estamos en una revolución conservadora,  florecen ramilletes de tutús y  manojos de yoyós en nuestros campos, plazas, calles, parlamentos (..).
"Tú puedes conseguirlo", "sólo tú puedes lograrlo", "exigentes como tú", "gentes que como tú, que saben elegir", susurran continuamente los tutús (...)  "quiero ser yo mismo",  "yo lo he ganado a pulso", "yo lo he logrado", "yo decido que hacer con mi tiempo", "yo decido mi forma de vivir", afirman con aplomo los yoyós.
Y ese mito de independencia,verdadero núcleo de tutús y yoyós, genera, al convertirse en creencia, una sociedad esquizofrénica y paranoica"
David Anisi, La ola de consumismo que nos invade. El País, 25 de Julio de 1989


Descubrí a David Anisi por casualidad. Tratando de encontrar unos buenos apuntes de macro, que resumieran las distintas escuelas modernas, me topé con un interesante artículo suyo. Tras googlear un poco e informarme sobre sus inquietudes y obra, ya no pude parar de leer. Desde los cuentos económicos (aquí) hasta su antología de escritos (aquí), devoro con creciente interés lo que me parece una obra muy original y amena, digna de un auténtico economista preocupado por los problemas de la realidad. 

Creo que David escribe de manera estimulante para el profano y provocadora para el que ya conoce algo la materia. Su lección de inauguración del curso en la Universidad de Salamanca, ("Economía, la pretensión de una ciencia") es un ejemplo de ello. El lenguaje es claro y enriquecedor, y creo que se esté o no de acuerdo, hace pensar. En temas de esos que importan. El desempleo, las políticas económicas, la escasez creada, la exclusión...

Demasiado pronto, allá por 2008, el profesor Anisi nos dejó. Nunca le conocí ni tuve el placer de asistir a sus clases, pero sirva este pequeño post de homenaje a alguien que dedicó su vida a la enseñanza, y que ha conseguido dejarme huella a través de sus reflexiones. Y sin ninguna duda, ha contribuido a aumentar desde su punto de vista postkeynesiano esa caja de herramientas para el análisis que es la economía moderna. 

Aquí, su página Web. Gracias, profesor.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Lo que se ve y lo que no se ve

¿Qué pasaría si todos bajáramos los salarios al nivel de subsistencia para "abaratar costes"? ¿habría demanda suficiente para tanto sueldo directivo millonario? ¿trabaja más eficientemente un trabajador con el agua al cuello que no llega a fin de mes y que ve que sus jefes se siguen forrando u otro con un remuneración razonable para lo que aporta a la empresa? ¿Es ético plantear un ERE con 10000 millones de beneficio? ¿Cuál es el resultado para los que menos tienen de una sanidad privatizada estilo EEUU? ¿A quién perjudica una educación pública poco exigente en la que sea fácil aprobar? Cuidado!!

domingo, 8 de septiembre de 2013

Libre Mercado. Living with eyes closed


Está de moda últimamente demonizar (sin entender) el libre mercado. Y yo me pregunto. ¿es esto "libre" mercado"?, ¿"Globalización"?. ¿O más bien es explotación proteccionista interesada?. Está muy bien reclamar el 0,7% de ayuda al desarrollo. Pero claro, cuando hablamos de quitar o reducir las subvenciones a la agricultura...eso no. Aunque sea a costa de perpetuar la situación en África. Lean, lean. Living is easy with eyes closed...
"Los africanos no podrán solucionar sus enormes problemas sin la ayuda de los países ricos. Y cuando digo ayuda, no me refiero solamente a darles limosnas sino más bien a dejarles trabajar, producir y vender en los mercados mundiales. El año pasado [2000], 40 millones de litros de leche se echaron a perder en el norte de Tanzania mientras los supermercados de la capital, Dar Es Salaam, solamente vendían leche holandesa. ¿Cómo es posible que sea más barato comprar leche holandesa que leche tanzana en Tanzania? La explicación es bien simple: los productos europeos disfrutan de obscenas subvenciones, lo que les permite competir (deslealmente) con los de los países pobres. Los contribuyentes europeos y americanos pagamos más de mil millones de euros diarios (repito, diarios) en subvenciones y protecciones agrícolas. Con esa extravagante cantidad se podría invitar a cada una de las vacas europeas a pasar un mes de vacaciones en un hotel de cinco estrellas en las Bahamas, con viaje de ida y vuelta en avión de primera clase...."

Xavier Sala i Martín. "Malvado" economista de esos que llaman "neoliberales"

La caja de herramientas de la profesora Robinson


Joan Robinson (1903-1983) fue, probablemente, la economista más importante del siglo XX. Compañera y seguidora de Keynes en Cambridge, decía que la teoría económica era una gran caja de herramientas, de la que podíamos escoger aquello que necesitásemos en función del problema planteado. Por ejemplo, si estuviéramos preocupados por la inflación podríamos utilizar la llave inglesa de la política monetaria. 

Siguiendo la metáfora anterior, nos dice el profesor Anisi que parece que en los últimos tiempos alguien se llevó (interesadamente) la taladradora de la caja. Precisamente la herramienta necesaria para luchar contra el desempleo y la desigualdad. Nos dicen que sólo hay un camino, y Chipre es la mejor muestra. Corralitos, austeridad y sometimiento a la troika. Pero es sólo una ilusión. Las alternativas existen. Y la señora Robinson lo sabía muy bien.




lunes, 2 de septiembre de 2013

Macroeconomía, ciudad abierta

La macroeconomía me gusta porque es un arte y un reto. No está cerrada, a cada esquina hay una arista sin pulir,lo que da espacio para el pensamiento a contrapelo, y  para la discusión fundamentada. 

El impresionismo de Keynes descubrió un mundo agregado con forma desde la distancia pero detalle imperfecto. Luego llegaron los realistas, con Friedman y Lucas a la cabeza, artesanos del individuo, cuyo éxito temporal alimentó el sueño de una economía física en la que Dios no juega a los dados. Elegante, sútil y rigurosa, se desplegaba en el tiempo en forma de expectativas y sendas de equilibrio.

Pero las personas no son átomos, ni las sociedades simple suma de individuos. Ese algo es el desafío, los 21 gramos que separan al muerto del vivo. El gris elegante y preciso no se torna de manera automática en realidad multicolor. El desequilibrio existe y perdura, las propidades homeostáticas del sistema fallan, y un cóctel de suma de prejuicios, ideología, racionalidad relativa e incertidumbre son el reto. la síntesis queda pendiente.... ojalá consiga motivar a mis alumnos a pensar distinto...e innovar!!

Aquí una propuesta muy interesante.



domingo, 1 de septiembre de 2013

La Historia "olvidada"


Es un hecho que la historia del pensamiento económico cada vez pierde más importancia en los planes de estudio de los Grados en Economía, quedando relegada a asignatura optativa minoritaria. Y creo que no es casualidad. Estaba pensando en ello (y en la "sospechosa" manía del ministro Wert para/con la asignatura de Filosofía) cuando he recordado una vieja recomendación bibliográfica del Gran Causelo. Tomo mi libro de "Teoría económica en retrospección" de la estantería, y me encuentro con la siguiente cita reveladora de Edgeworth (economista británico, el de la famosa caja, 1845-1926):


"La tendencia falsa de los profesores a inculcar, y de los discípulos a aprender por mera repetición, las frases y las metáforas de un autor favorito, sólo puede corregirse dividiendo la lealtad de quienes, como los antiguos romanos, corrían hacia la esclavitud. Por lo tanto, la historia de la teoría es particularmente instructiva en la economía política, como en la filosofía, la historia (...) y parece el mejor correctivo de los prejuicios estrechos y las asociaciones engañosas en que seguramente caerán quienes hayan sido confinados a una sola escuela o a un sólo sistema"
Es muy fácil adoctrinar y convertir en un autómata más al que solo conoce una verdad. Pero, sin embrago, se mueve. La economía seguirá siendo una ciencia social. Con muchas opciones de enfoque y riqueza de puntos de vista. Por mucho que los de siempre se empeñen en cerrarnos los ojos.


jueves, 29 de agosto de 2013

Keynes y la escalera al cielo


Le gustaba decir a Hicks que John Maynard Keynes fue un verdadero impresionista, al estilo de Monet o Renoir. Sin definir con exactitud el trazo de los detalles, el inglés supo ver y delinear el aspecto general de esa obra luminosa que desde entonces llamamos macroeconomía. A partir de los 60, los economistas se lanzaron a la carrera por los microfundamentos de la macro. Keynes intuyó la casa, pero ¿cuáles eran los cimientos? ¿cuál era la escalera adecuada al cielo que se intuía?.

En los 70, Leijonhufvud (con un sorprendente parecido físico a Don Quijote) planteó su visión. Dinámicas de desequilibrio que alejaban a la economía del pleno empleo en determinadas condiciones. Ausencia de la mano invisible de Smith, problemas y ruido en los mercados financieros y de trabajo. Tras unos años de pujanza, todo ello quedó en el olvido. Triunfaron los elegantes modelos de Equilibrio General Dinámico. expectativas racionales y optimización intertemporal. Música de Mozart para las refinadas mentes matemáticas de las nuevas generaciones. El problema de la estabilización parecía resuelto. Pero cada vez está más claro que fue una ilusión. No era de Mozart la sinfonía económica. Quizá tengamos que volver a los 70...y empezar por donde lo dejamos.


miércoles, 28 de agosto de 2013

Juan Urrutia, economista a contrapelo


“La mención a un “economista” evoca hoy un atildado funcionario de frente alta y ojos mortecinos parapetados tras unas gafas (…). Sin embargo, ninguno de los autores examinados en este volumen, verdaderos ejemplares de economista neoclásico, pueden ser clasificados como fríos practicantes de la Ciencia Lúgubre, sino, más bien, como hombres desgarrados por la mezcla de apasionamiento y frustración que conforma su vida y su obra..”
Contraportada de “Economía Neoclásica: seducción y verdad”. Juan Urrutia (1983)
Aún recuerdo la primera vez que tuve noticias de Juan Urrutia, y he de decir que el descubrimiento tuvo mucho de casual. En uno de mis muchos paseos virtuales sin rumbo por la maraña web de la uc3m, llamó mi atención el resumen del homenaje que la universidad tributaba a uno de sus catedráticos fundadores. A medida que se sucedían los testimonios de compañeros y alumnos, mi curiosidad crecía. Entre líneas se dibujaba un Juan vital, pionero, apasionado de la teoría económica. Un aventurero que se fue al otro lado del charco y quedó para siempre seducido por aquella macroeconomía del desequilibrio de Leijonhufvud y Clower que quizá nunca debimos olvidar.

Después de aquel encuentro, vinieron muchos más. Su correo de las Indias siempre ha sido un puerto natural contra la tormenta. Un soplo de aire fresco en esos montes nublados del norte en los que ambos tenemos parte del corazón.Y sobre todo, un lugar que me recuerda de vez en cuando por qué un buen día rellené sin mucha reflexión  aquella instancia que suponía mi ingreso en la Facultad de Economía. Hoy Juan te envío un abrazo muy fuerte.Y espero que desde tu trinchera sigas al pie del cañón. Como siempre, vamos.