“La mención a un “economista” evoca hoy un atildado funcionario de frente alta y ojos mortecinos parapetados tras unas gafas (…). Sin embargo, ninguno de los autores examinados en este volumen, verdaderos ejemplares de economista neoclásico, pueden ser clasificados como fríos practicantes de la Ciencia Lúgubre, sino, más bien, como hombres desgarrados por la mezcla de apasionamiento y frustración que conforma su vida y su obra..”
Contraportada de “Economía Neoclásica: seducción y verdad”. Juan Urrutia (1983)
Aún recuerdo la primera vez que
tuve noticias de Juan Urrutia, y he de decir que el descubrimiento tuvo mucho
de casual. En uno de mis muchos paseos virtuales sin rumbo por la maraña web de
la uc3m, llamó mi atención el
resumen del homenaje que la universidad tributaba a uno de sus catedráticos
fundadores. A medida que se sucedían los testimonios de compañeros y alumnos,
mi curiosidad crecía. Entre líneas se dibujaba un Juan vital, pionero, apasionado de la teoría económica. Un aventurero que se fue al otro lado del
charco y quedó para siempre seducido por aquella macroeconomía del
desequilibrio de Leijonhufvud y Clower que quizá nunca debimos olvidar.
Después de aquel encuentro, vinieron muchos
más. Su correo de las Indias siempre ha sido un puerto natural contra la
tormenta. Un soplo de aire fresco en esos montes nublados del norte en los que
ambos tenemos parte del corazón.Y sobre
todo, un lugar que me recuerda de vez en cuando por qué un buen día rellené sin
mucha reflexión aquella instancia que
suponía mi ingreso en la Facultad de Economía. Hoy Juan te envío un abrazo muy
fuerte.Y espero que desde tu trinchera sigas al pie del cañón. Como siempre,
vamos.
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