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jueves, 21 de enero de 2016

La libertad y la música, según Mama Cass. Un (conservador) apunte.

Nadie debería decirte que sólo un tipo de música es válido. Haz tu propio tipo de música, aunque sientas que tocas solo. Directo y claro el mensaje de (Mama) Cass Elliot hace más de 40 años. Y además actual, debo añadir. Porque lo importante no es que un diputado se salga de la melodía oficial llevando rastas o ropa de Alcampo, sino lo convincente de su mensaje y el valor de su trabajo y compromiso. Voluntariosos y con ganas veo a los diputados de Podemos, y me alegro de ello.
Pero,y quizá paradójicamente, profundamente equivocados en algo importante de fondo. Sólo es posible de verdad la diversidad y el cambio que buscan si el director da un paso atrás y no se esfuerza en gobernar por decreto la pluralidad de la orquesta, que incluye además a la derecha. Echo en falta menos propuestas de regulación por las bravas y cordones sanitarios sobre el PP, sobran referencias a Maduro y a Lenin, y faltan a Hayek. Baste recordar que con ninguno de los dos primeros hubiera sido posible el 15 M ni Podemos. Los solos de guitarra hubieran quedado diluidos en el tono monocorde de la verdad oficial en el llamado socialismo real. Esa es la paradoja. Canciones tan libres como la enlazada no salieron precisamente de países marxistas, ni de planes quinquenales. Y sólo fueron,de hecho posibles en ese capitalismo imperfecto y muy mejorable (en eso estamos de acuerdo) del que ayer los hippies y hoy el partido morado parecen querer huir. Conviene tenerlo en cuenta.

sábado, 2 de mayo de 2015

La política y los amigos

"¿Os afectará la dimisión de Monedero electoralmente?". Un visiblemente afectado Pablo Iglesias contestó con el corazón, y a falta de razones objetivas se le escapó un tierno deseo. "No afectará a las elecciones...porque no". Y debo decir que me gustó mucho la respuesta por lo que tiene de auténtica y natural. Pocas veces en todo este tiempo le había visto no calcular y hablar desde la boca del estómago, donde de verdad duele la dimisión del amigo, al que en todo momento ha respetado.
Mucho se empeñan los medios (con El País a la cabeza, por cierto) en mostrarnos gráficamente el abatimiento del líder. Si el objetivo es hundir el tocado transatlántico Podemita, han pinchado, al menos conmigo, en hueso. Hablemos de política e ideas, y en eso tengo mucho que discutir con ellos y estoy muy lejano. Pero con un segundo de respuesta ante la adversidad, me ha dicho en lo personal más Iglesias que todos esos "amigos" de Rato de los que el interesado reconoce que ya no atienden sus llamadas. Echo en falta autenticidad ante la caída del amigo. Dureza política y condena de lo indefendible, pero calidez personal, que no es incompatible. La amistad se debería respetar en política, y lo personal tratarse como sagrado y comprensible. No me gustó cuando se utilizó a las hijas para atacar a Zapatero, ni las insinuaciones cavernícolas de la derecha más rancia respecto a Iglesias y Tania Sánchez. Prefiero un Guindos reconociendo pasarlo mal por el proceso a Rato que ese Rajoy evitando nombrar a Bárcenas mientras lo consolaba vía SMS. Mucho me dicen para mal todos aquellos que corren al abrigo de ciudadanos deshojando la Rosa, negándola antes de que cante el nuevo gallo electoral, como si antes no la hubieran aclamado como Mesías.
Por las expuestas, y por otras razones, esta primera vez que voto en Madrid, me estoy planteando confiar en el economista Carmona para la ciudad. No olvido que cuando cayó Gómez, reaccionó como el amigo que es, sin necesariamente compartir la visión política del caído. Y allí estuvo, a su derecha, respetando y sin negarle cuando las nubes de tormenta se cerraban. Puso la mano en el fuego con el corazón, y no la cabeza táctica. Eso no es de derechas ni de izquierdas. Es humano. Y tantos estrategas electorales de chichinabo no harían mal en recordarlo. "gonna try...with a little help from my friends". Pues eso. Gracias, amigo Ringo.

lunes, 9 de febrero de 2015

Los Idus de Primavera (I Want to Believe...pero no me fío)

Cuenta el muy recomendable documental de Commanding Heights que en la primera reunión de la sociedad liberal de Mont Pelerin, Hayek sorprendió a los asistentes dedicando unas elogiosas palabras a los teóricos socialistas, que siempre se situaron en las antípodas ideológicas del austriaco. "Por lo menos tienen el coraje de ser idealistas". Después de ver la masiva y reciente manifestación de Podemos y las sucesivas intervenciones semanales de Errejón, y en profundo desacuerdo con muchas de sus (muy genéricas) propuestas económicas, no puedo dejar de admirar un entusiasmo en sus seguidores que no llega a calar en mi quizá frío corazón neoliberal. Mulder diría aquello de "I Want to believe". Pero no creo y desconfío del que me regala el oído. Por casualidad o coincidencia, el zapping del mismo sábado de la concentración me llevó a encontrarme en Cuatro con "Los Idus de Marzo", película sobre políticos muy recomendable dirigida por George Clooney. En un determinado momento, se produce el siguiente intercambio, en el que digamos sinceramente que no estoy nada cerca de Stephen.
Stephen: "No me importa si Morris va delante en las encuestas. No me importa si tiene todo lo que hay que tener. Es el único que puede hacer una verdadera diferencia en la vida de la gente, aunque la gente le odie [..]No me importa si puede ganar. Tiene que ganar"
Ida: "Y si no gana qué? El mundo se derrumbará? no importa. Las vidas de todos los desgraciados que trabajamos, comemos y dormimos, luego nos levantamos y volvemos a trabajar no cambiarán. Antes de que te metieran todos esos pájaros en la cabeza creo que lo tenías claro. Morris es un político. Es un tío simpático. Todos lo son. Te decepcionará. Tarde o temprano"


domingo, 8 de febrero de 2015

Monedero, 400.000 votos y la preferencia revelada

Dicen los (muy suyos pero pragmáticos) ingleses que hablar es gratis, y sólo a través de las hechos se pueden inferir las creencias reales de los sujetos. En español castizo, yo no me fiaría demasiado del Ministro que después de contar las bondades del sistema público de educación lleva a sus hijos al colegio británico. Fue lo primero que me vino a la cabeza cuando me enteré esta semana del todavía oscuro asunto de Monedero, sus dineros y la Agencia tributaria.

Usando una fuente nada sospechosa, me fijo en que dice Ignacio Escolar que "lo criticable en este caso no es que Monedero gane mucho o poco dinero o que facturase a través de una sociedad limitada sin trabajadores: eso es perfectamente legal...". Y es precisamente lo que a mí me parece, a priori, por lo menos reseñable.
En el tema fiscal, la justicia (y no Sáenz de Santamaría y Montoro, tan rápidos ellos en señalar con el dedo a unos ciudadanos y tan lentos en otros casos) dictaminará en función de las pruebas aportadas, y no me siento con derecho ni información para reprochar nada o inferir entre el ruido de sables informativo las conclusiones oportunas.
Pero el hecho de que Monedero justifique que cobró el precio de mercado por sus servicios de consultoría a uno (o varios) supuestos paraísos bolivarianos, o simplemente dé por respuesta el silencio al ser cuestionado por ello no deja de ser irónico. Aproximadamente 400.000 euros de esos de los malvados mercados, cobrados y recibidos por anticapitalistas declarados. Me recuerda a Llamazares ahorrando en fondos de inversión mientras levantaba el puño en los mítines comunistas. Quizá las declaraciones públicas van por un lado y la verdadera procesión va por dentro. 400.000 votos para intercambiar en la perversa máquina amoral de Adam Smith, esa a la que el propio Monedero atribuye (creo yo injustificadamente) gran parte los males del mundo. Demasiada cantidad y cuando menos llamativa, según mi experiencia trabajando en consultoría en una de las empresas líderes del sector. Pero sobre todo un canto a la hipocresía para un autodeclarado admirador de Lenin. 
Echo en falta el reconocimiento público del mercado como instrumento útil, que no como fin de todas las cosas (curiosamente algo que sí reconocen Stiglitz o Krugman, que son citados como referentes cuando interesa). Utilicémoslo donde sabemos que funciona. Controlémoslo donde (en muchos casos subjetivamente) consideremos que están sus sombras (educación, desigualdad, cobertura sanitaria, reglas del juego). No olvidemos la importancia del retículo valorativo que nos subrayó el profesor Anisi. Mi (ideológica) respuesta: Más Suecia y menos Chávez. Pero dejemos de prestar atención a ideologías trasnochadas probadamente fracasadas. Que lo único que hacen es pillar en contradicción una y otra vez a sus defensores y ponerles colorados ante sus posibles votantes, mientras planean una nueva manifestación desde sus teléfonos Apple a través de grupos de Whatsapp, con un Big Mac en la mano. Pero eso sí, las sudaderas del Alcampo, ese gran reducto socialista del colorido (e inexistente) mundo que recuerdan con nostalgia.


jueves, 29 de enero de 2015

Mind Games

Cada vez que bajo al metro, me encuentro con el Thatcheriano y poco neutral lema de Madrid como la suma de madrileños, y me doy cuenta de que nunca podré compartirlo. No se puede definir un equipo por la suma de individualidades (que se lo pregunten a España en el último mundial). Con la convicción de que unas patatas de Zatón no se pueden describir como la adición aislada de sus ingredientes, me rebelo y me dan ganas de plasmar en un graffiti corrector mi descontento. Madrid son los madrileños...+/- épsilon. Y ese residuo no explicado es la salsa secreta. Un poco de todos y a la vez de nadie. 
Me doy cuenta así mismo del error totalitario (y peligroso) que constituye la costumbre marxista de definir colectivos y dicotomías, que en última instancia están por encima del individuo. "el proletariado". "la casta", "el Madrid", "los catalanes y los españoles". Nunca podré creer en el mundo planificado desde arriba que me dibujan Podemos y el madridismo al uso, ni en el excluyente del nacionalismo identitario. Me hielan los huesos el individuo desnudo y la deconstrucción social de la autodenominada derecha "liberal" española, y ni siquiera planteo como opción al que ya ha demostrado de lo que (no) es capaz. A mi paisano Revilla (al que por otra parte quiero mucho y me cae muy bien) le diría, resumiendo mi opinión sobre su gestión, solo una cosa: "puerto de Laredo". Así que tengo una papeleta, una idea que va tomando forma, varias urnas en el horizonte...y mucho me temo que pocas certezas, querido John.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La lluvia de noviembre (IV) Revolution, reverso... ¿tenebroso?

A pesar del monumental enfado de Lennon, Revolution nunca estuvo mejor representada que como cara B del single de Hey Jude. A la vista de los precedentes, el cambio radical debería quedarse en eso. Un plan secundario, al reverso de la senda principal del sinuoso surco del vinilo de la civilización humana. Robespierre, Lenin o Mao quizá tuvieran en común un magnífico diagnóstico de las penurias de sus respectivos pueblos. Pero más importante que eso, todos a su manera y con sus matices se convirtieron en aquello a lo que combatían: tiranos intransigentes. Salvando las grandes y sobre todo democráticas distancias, parece que Podemos toma perfectamente la temperatura a la casta. Aunque eso ya lo hicieron los Simpsons años antes. Vivimos rodeados de canteros, reunidos en sus pequeñas camarillas para amañar lo emponzoñable. Y hacerse ricos por el camino.
Quede claro que no niego a Pablo Iglesias la brillantez de la estrategia ni la oportunidad de la denuncia (aunque ya puestos, me gusta bastante más el estilo de Íñigo Errejón). Como Felipe González en Suresnes, ha lanzado el órdago en el momento preciso. O como yo quiera o sin mí. Y lo ha acompañado de una marcha atrás en la utopía. Ahora ya parece que la deuda se pagará, y que la renta no será para todos los españoles sino para los que lo necesiten. Pero luego, esa retórica marxista de conquistar el cielo chirría. Por el desastre que es el marxismo llevado a la práctica. Por lo beligerante de la expresión. Porque Marx siempre supeditó en el fondo los derechos del individuo frente a los colectivos. Y finalmente, porque el ruido sigue sin concretarse en ninguna propuesta fundamentada que llevarse a la boca.