Cuando el todavía candidato Obama se dio cuenta de quién era el conductor contratado para la siguiente fase de la campaña de elección, en su mirada se dibujó el asombro de encontrarse con un ídolo de juventud. "Es Lorenzo Charles...necesito hablarle en persona". Días después, con la emoción de un niño pequeño, tuvo la oportunidad de estrechar la mano del gran hombre y compartir una distendida charla bajo la atenta mirada del servicio secreto.
Y es que años antes, en 1983, la Universidad de North Carolina State emocionó a América consiguiendo una de las mayores proezas de la historia baloncesto universitario. Tras una serie de partidos de infarto, vencidos todos tras ir perdiendo al principio del último cuarto, derrotaron en la final nacional a la todopoderosa Universidad de Houston.
Quiénes eran las estrellas del rival?. Un tal Drexler y un tal Olajuwon. ¿Con qué armas contaba el North Carolina State?. Con un entrenador todo corazón y los Cardiac Kids, un plantel de desconocidos jugadores dispuestos a todo. Partido empatado, a falta de pocos segundos, la prórroga parecía inevitable. El tiro no parecía bueno...pero entonces emergió el Gran Lorenzo. Canasta y locura. El entrenador Jim Valvano corría sin saber a quién abrazarse. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. Habían cumplido un sueño y enamorado a un país. Después, ni Charles ni sus compañeros triunfarían en la NBA. Pero...¿ a quién le importa?. Desde luego, al actual presidente de Estados Unidos no.
Descanse en paz, Lorenzo Charles.
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