El gran Causelo siempre explicaba las cosas con ejemplos que se te quedaban grabados. Supongamos el clásico juego del gallina. Se organiza una apuesta en la que dos coches deben acelerar en dirección a un barranco. El ganador del dinero es aquél que frene más tarde. El riesgo es obvio. Si ninguno frena, los dos para abajo. ¿ Qué haríais para intentar vencer?.
Una buena opción sería intentar disuadir previamente al otro de que si por ti fuera, preferirías caer al barranco que perder. De que estás dispuesto "irracionalmente a todo". Pero para convencer de verdad, la amenaza debe ser CREÍBLE. Debes crearte con los hechos una reputación de loco, llegar borracho al encuentro, clavarte un puñal en el pecho o cortarte un dedo si hace falta. No vale únicamente decirlo. Y en política es igual. El día que el presidente del gobierno ligue su sueldo a la creación de empleo o al cumplimiento de sus promesas electorales, empezaré a tomar en consideración lo que dice. Cuando un Ministro de educación de esos tan comprometidos con la educación pública no lleve a sus hijos al colegio británico o al alemán, y ponga la cartera donde pone las palabras, me empezaré a creer algo.
Hasta entonces, seguiré considerando que estamos ante mismo tipo de político con distinto collar.
Hasta entonces, seguiré considerando que estamos ante mismo tipo de político con distinto collar.
Amén, hermano.
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