Durante aquel ya lejano periodo de exámenes en la Universidad de Cantabria, viviendo todavía en el colegio mayor, recuerdo ver por casualidad en televisión que se estaba jugando un partido de fútbol americano. Había un montón de gente atenta al choque, entre ellos los habituales que se quedaban hasta las mil viendo los partidos de la NBA conmigo, así que pregunté con curiosidad qué era todo aquello. "Es la Superbowl, quédate a verla un rato". Jugaban el New England, de la ciudad de Boston, y otro equipo que no conocía.
Yo, por aquello de ser de los Celtics, enseguida apoyé al equipo de Nueva Inglaterra, y me prometí ver un poco y seguir estudiando. Poco a poco, me olvidé del examen del día siguiente, y me fui rindiendo a la entrega y la determinación de un equipo que jugaba sin red, a los pases de campo a campo, la mirada de vamos a por todas. Me sobrecogió el silencio de incredulidad del público y me entregué al espíritu de la remontada. Cada Touchdown era contestado con una jugada todavía más inverosímil. Finalmente, el Gran Capitán acabó derrotado. Recuerdo su mirada perdida y su pena inconsolable sentado en el césped. Lo habían dado todo, pero no fue suficiente. No ganaron la Superbowl, pero ahora, siempre que me preguntan por mi equipo, contesto que soy de los Carolina, de las Panteras del Gran Capitán. Y mi jugador favorito siempre será el número 17, el gran Jake Delhomme. Un momento para la historia. Porque una derrota puede conquistar el corazón del aficionado. Unbelievable!!!
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