Principios de los 80, algún lugar de la costa adriática. Mientras la última luz de la tarde se esconde, un sonido rompe regularmente el silencio de la solitaria cancha callejera. El de un balón atravesando una y otra vez la red. 500 tiros de campo cada día.
Eran los primeros pasos del Mozart del baloncesto, un genio irrepetible. El más grande baloncestista europeo de siempre, la fuerza de voluntad hecha jugador. Un mago de la asistencia que respiraba baloncesto, con el egoísmo del que lo quiere todo. Recuerdo la reacción de mi padre cuando (ingenuo de mí), tras chupar banquillo en su primera temporada en la NBA, dije que nunca haría nada al otro lado del Atlántico. "Triunfará", me dijo con mirada de seguridad completa. Y vaya si lo hizo.
Tengo en la memoria la mirada de Jordan al referirse a sus duelos, el lenguaje corporal y el brillo de los ojos de todo el que recuerda algún enfrentamiento contra él, el shock que supuso su trágica desaparición. Genial, maleducado, excesivo, irritante pero inigualable. 62 puntos en una final Europea, 112 en sus años jóvenes en la Cibona, Un tiro a tablero privilegiado y un dominio de balón maravilloso. El ídolo croata. Michael Jordan fue el mejor, pero si tuviera que elegir a un campeón para un partido decisivo, sin dudarlo diría un nombre: Drazen Petrovic.
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ResponderEliminarMe sorprende e incluso no entiendo que no hayan habido comentarios en esta entrada. En 2013 hace 20 años que murió Drazen Petrovic y el 22 de Octubre Drazen cumpliría sus 49 años.
ResponderEliminarDrazen posiblemente fué el mejor jugador europeo de la historia. Desde su genial Cibona de Zagreb, pasando por su gran Yugoslavia con Divac y Kucoc y terminando en sus Nets cuando estaba empezando a destacar en la NBA y a buen seguro que con su enorme capacidad de sacrificio para trabajar y mejorar le quedaban sus 3 o 4 mejores años.
Pero por encima de todo quiero destacar el Drazen Petrovic persona porque nadie lo hace, el Drazen trabajador y responsable, el Drazen emotivo por el que lloró Sibenik, Zagreb, Croacia y muchos aficionados al baloncesto en Europa y los Estados Unidos. El Drazen carismático que se tira a faltar.
Creo que hay un antes y un después en el baloncesto europeo tras aquel tristísimo 7 de Junio de 1993.
Gracias por el comentario, Eduardo. Nunca habrá otro igual. Nadie tenia su hambre y fue un verdadero ejemplo de superación. Descanse en paz el gran Drazen.
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