Hay noches que, antes de dormir, me tapo muy bien con la manta y cojo de la estantería el Señor de los Anillos. Abro por alguna página al azar y comienzo a leer alguna de las descripciones de Tolkien. Paisajes verdes, navíos grises, montañas nubladas, cantos de Elfos con nostalgia del tiempo pasado, todo ello bajo un manto de estrellas innumerables.
Y en poco tiempo, cierro los ojos y mi imaginación sobrevuela las costas de la Tierra Media y va más allá. Siempre al Oeste, donde te busco y espero verte. Y en un instante, no sé si ya dormido o en el umbral de la noche, sueño que te encuentro, seco tus lágrimas y el camino sigue contigo al lado. Y llegamos al hogar, donde un fuego acogedor nos protege del frío de la noche y los peligros de lo desconocido.
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