martes, 24 de mayo de 2016

Eterno Zweig

Stefan Zweig vivió dos guerras mundiales y escribió este párrafo para enmarcar. Harían bien Le Pen, Trump, Maduro y todos esos políticos tan amigos de la argumentación directa al estómago, todo pasión y nula razón, en leerlo. No espero de todas maneras mucho de ellos, creadores profesionales de enemigos que se creen maestros de la psicología de masas sin saber que juegan con fuego. Sí de nosotros. Votantes que siempre les deberíamos dar la espalda y parar en seco. Encendamos la antorcha de la razón, no nos dejemos consumir por la emoción.
"No pecó por embriaguez de sangre la Revolución Francesa, sino por haberse embriagado con palabras sangrientas. Para entusiasmar al pueblo y para justificar el propio radicalismo se cometió la torpeza de crear un lenguaje cruento; se dio en la manía de hablar constantemente de traidores y de patíbulos. Y después, cuando el pueblo, embriagado, borracho, poseído de esas palabras brutales y excitantes, pide efectivamente las “medidas enérgicas” anunciadas como necesarias, entonces falta a los caudillos el valor de resistir: tienen que guillotinar para no desmentir sus frases de constante alusión a la guillotina.
Los hechos han de seguir fatalmente a las palabras frenéticas. Así se inicia la desenfrenada carrera en la que nadie se atreve a quedar atrás en la persecución de la aureola popular. Siguiendo la ley irresistible de la gravitación, viene una ejecución tras la otra; lo que empezó como un juego sangriento de palabras se convierte en puja feroz de cabezas humanas. Se hacen así miles de sacrificios , no por placer, ni siquiera por pasión, y mucho menos por energía, sino simplemente por indecisión de los políticos, de los hombres de partido, que carecen de valor para resistir al pueblo. Cobardía en último término. Por desgracia, no es siempre la Historia como nos la cuentan, historia del valor humano. Es también historia de la cobardía. Y la política no es, como se quiere hacer creer a todo trance, guía de la opinión pública, sino inclinación humillante de los caudillos precisamente ante la instancia que ellos mismos han creado e influido.
Así nacen siempre las guerras, de un juego con palabras peligrosas, de una superexcitación de las pasiones nacionales; y así también los crímenes políticos; ningún vicio y ninguna brutalidad en la tierra han vertido tanta sangre como la cobardía humana"
Stefan Zweig. "Fouché"

martes, 3 de mayo de 2016

Crónicas de Champions 2016 (II) A dream of spring

Cuenta una vieja leyenda inglesa que el pérfido corsario Drake se encontraba jugando (posiblemente con nula pericia) al muy cántabro deporte de los bolos cuando le llegó la noticia de la llegada de la armada invencible mandada por el Rey Felipe. En lugar de abandonar precipitadamente el terreno de juego, dejó una de esas frases de dudosa veracidad pero trascendencia secular. "Tenemos tiempo de acabar la partida. Luego venceremos a los españoles". En aquella ocasión, Felipe, como espero que Florentino en esta, fue más segundo y menos prudente que nunca. Lo impensable ocurrió, y la malvada pero inteligente flota británica derrotó y dispersó para los restos a la mal comandada hueste del imperio y la verdad absoluta. Puedo imaginarme el ambiente de injustificada euforia de los puertos hispanos antes de la partida de los barcos. "Los machacaremos". "La armada es la armada", Hasta puedo intuir la socarrona sonrisa del monarca en su palco del Escorial, posiblemente vestido de blanco nuclear y con algún merengue anticipado susurrándole al oído sibilinas consignas de ventajismo caduco.
Más de cuatro siglos después y con otro Felipe en el trono, el nuevo almirante francés y sus huestes lanzan anticipadamente las campanas al vuelo, sin llevar además en la expedición ningún cántabro experto en el arte del emboque, y que de paso les avise de los peligrosos vientos del norte del canal de la Mancha. Los ojos delatan la ambición imprudente de un Zidane que parece haber sacrificado su pantalón en los altares de la maldición de la codicia. El City debe aprovechar la ocasión y salir a presionar y sorprender de inicio. Lanzar en los primeros 10 minutos los barcos en llamas al corazón de la confiada flota. Y que sea lo que Dios (o la reina Isabel) quieran.

sábado, 30 de abril de 2016

Crónicas de Champions 2016 (I) La kerkaporta

Crónica de un triste réquiem(I). La kerkaporta.
Lo sabía, lo olía, lo intuía. Desde el momento en que me senté con mi cerveza y las aceitunas a presenciar el partido del Wolfsburgo, un sentimiento de fatalidad estaba presente en el ambiente, como el que quizá experimentaron los asistentes a la última misa en Santa Sofía. Rodeado de sarracenos madridistas, asistí a la caída del fortín del Wolfsburgo negando instintivamente con la cabeza ante el tamaño de la injusticia. Porque el Madrid tiene el don de convertir un aprobado en septiembre por los pelos en una hazaña legendaria para los restos. Los vencedores escriben la historia, y nadie dirá dentro de unos años que con sus ladinas quejas los consentidos estudiantes blancos consiguieron echar al profesor Benítez y fabricaron una noche de sueño después de vaguear indecente, intensa y ostensiblemente durante todo el curso. Porque encima, el examen de Junio que les tocó en sorteo amañado fue insultante y desesperantemente fácil. Aún así, y ya con todas las máquinas de asedio vikingas en las muralllas de la Constantinopla germana, una leve sonrisa quería dibujarse en mis labios. Todavía no era suficiente. 2-0, y peligro en el área del Madrid. Un gol y la justicia divina triunfaría. Por todos los que dan el callo día a día y aprovechan su talento al 100% el fútbol le debía algo a los nobles alemanes. Pero la historia es caprichosa, y un instante imperceptible puede cambiar el destino de pueblos y naciones por un simple giro del azar. Allí, tal y como ocurrió en el asedio de 1453, una puerta olvidada, que pasó para la historia como la kerkaporta, quedó abierta, olvidada entre las defensas. Keylor la presintió. El sultán Zidane sonrió y se rasgó literalmente el pantalón desde la banda. Por fin caerían los cansados Bizantinos de la heroica defensa. La ocasión, en esas raras concesiones de la providencia, se le presentó al más digno de los suyos, verdadero capitán de los Jenízaros de la guardia real. Ronaldo se dispuso y la pegó con el alma. La puerta se abrió donde nadie lo esperaba. La flecha penetró y la historia cambió. A partir de ahí,llegaron las lágrimas innumerables. Mías y suyas. Constantinopla era turca para los restos. Me deslicé discreto a pagar la cuenta de cervezas. A esa hora ya había comenzado el pillaje, jaleado por el grito gutural y desaforado de las merengues huestes. El destino había vuelto a hacer de las suyas, cebándose con el débil. Entonces recordé por qué no soy madridista.

(dedicado a Stefan Sweig, que me hizo descubrir la historia que acompaña el pasaje)

El Santander de Azorín

En su carácter indiscutible de capital de la región histórica de la Montaña, y quizá a pesar de ser (justamente) novia del mar, siempre pensé que Santander, al igual que su bahía, miraba al sur, a Castilla, a la cordillera, no por casualidad. Extrañamente para un puerto cantábrico, no diría que es una ciudad abierta, sino reservada frente al viajero. Cuesta entrar, aunque más irse un vez descubiertos sus secretos. Descubro asombrado en esta semana del libro que Azorín, autodefinido como observador de los pormenores triviales, capta perfectamente (y un siglo antes!) mi intuición en un precioso y ligero libro que recomiendo para trayectos de metro. Y para cualquier momento, vamos.
"Santander es una ciudad sosegada, metódica, profundamente provinciana (...) El verano no logra desasosegarla o conturbarla. Y aunque en la distante barriada que se extiende frente a las playas una atmósfera elegante y mundana parece, a primera vista, que se ha creado entre las fondas y chalets, pronto, bien pronto, os percatáis de que estáis en un pueblo castellano(..) y de que todas estas gentes que os rodean son excelentes caballeros, buenas señoras, adorables muchachas venidas de León, de Valladolid (...) ¿Comprendéis ya la melancolía de Madame La Fleur? Siente pesar sobre ella este medio prosaico, patriarcal, provinciano. Y ved como se muestra solo en las horas grises del crepúsculo vespertino, y como pasea lenta, cansada por la terraza del balneario, haciendo crujir sus sedas claras y estrepitosas, y cómo se sienta, al fin, junto a la balaustrada, con el libro, que no lee nunca, entre las manos (...) Y en tanto, las olas llegan rugientes, formidables, con roncos sones de tormenta. Y el cielo se ennegrece. Y a la luz del faro, a intervalos simétricos, amengua, crece, vuelve a disminuir, vuelve a crecer, como una esperanza, que se disipa y que retorna..."
José Martínez Ruiz (Azorín). Veraneo sentimental (1904 y 1905)


domingo, 6 de marzo de 2016

En memoria de Gaspar Rosety, cantaor de goles

Escuché "Walk on by" por primera vez cuando la obra maestra descubierta por Dione Warwick tenía más o menos mi edad actual. Fue una noche de viernes, quizá del 97 o 98. Al final de una retransmisión de Montes y Daimiel de un partido ya olvidado, que vi con las luces del salón apagadas mientras soplaba el viento lluvioso del invierno contra los cristales del ala norte del Palacio de Méndez Núñez en el que residía de manera habitual en aquellas ya lejanas fechas. Montes terminó el programa a ritmo de la canción, con la noche ya cerrada y con el patio del instituto de enfrente tan inundado que dudé de que al día siguiente pudiéramos sortear el traicionero humedal y jugar en la pista cubierta del fondo el partido que correspondía a aquella jornada de la liga cántabra de baloncesto. Años después, Andrés nos dejó huérfanos a los amantes de sus ocurrencias y del deporte de la canasta, y recordé aquel día de invierno, que no sé por qué ha quedado impreso con trazo impreciso pero actual en el libro de una memoria que transcribo de vez en cuando por este medio antes de que sus contenidos comiencen a quedar neuronalmente descatalogados para los restos. Hoy la vuelvo a escuchar para despedir a otro de mis periodistas de referencia, el mejor cantaor de goles que he conocido. Me acompañó en los mejores y peores momentos deportivos de mi vida. Y su voz narrará siempre aquellos recuerdos en el capítulo correspondiente de mi almanaque,con esos matices de estilo propio, libertad e idiosincrática genialidad que definen y definirán siempre a los verdaderos grandes del periodismo. Descanse en paz, Gaspar Rosety, caballero de las ondas, amigo a través de la frecuencia modulada.
"Si me ves andando por la calle y empiezo a llorar cada vez que nos encontramos, pasa de largo. Haz creer que no ves las lágrimas.."



domingo, 24 de enero de 2016

Izarren Hautsa (Polvo de estrellas)

Me enamoré del euskera el día que descubrí esta maravilla de poema cosmológico, escrito por Xabier Lete, y cantado por Mikel Laboa en la versión que enlazo. Algún día quizá tenga tiempo de estudiarlo. Debo decir, desde el desconocimiento absoluto del significado de cada palabra en el original, que me parece que de alguna manera la lengua acompaña económicamente el mensaje, diciendo mucho con poco, y que es una perfecta descripción de tiempo, planeta, ciencia y evolución. Aquí, letra original, traducción castellana y bonita reflexión al respecto.

sábado, 23 de enero de 2016

Línea clara

Georges Remi, Hergé, creador de Tintín, fue además un dibujante excepcional. Su estilo, característico de la escuela franco-belga del cómic, se denomina en el mundillo "línea clara", y el propio nombre indica la idea detrás del genio: definición exacta de la línea en cada trazo. De dibujo y de guión. Cada elemento de la historia no aparece por casualidad, sino que lleva al lector al meollo, directo y sin contemplaciones. Fuera del papel y la tinta, es más difícil seguir la coherencia y no desviarse ante las tentaciones del mercado y la vida. Bonito mensaje de Loquillo, con guiño al artista belga al aparecer en el videoclip Objetivo: La luna, mi álbum favorito. Porque aún con renglones torcidos y manteniendo los principios, no hay que perder de vista la quizá utópica meta.


Tuve muchos nombres,
me vieron con otra cara 

pero siempre fui yo, 
marcando una línea clara