Stefan Zweig vivió dos guerras mundiales y escribió este párrafo para enmarcar. Harían bien Le Pen, Trump, Maduro y todos esos políticos tan amigos de la argumentación directa al estómago, todo pasión y nula razón, en leerlo. No espero de todas maneras mucho de ellos, creadores profesionales de enemigos que se creen maestros de la psicología de masas sin saber que juegan con fuego. Sí de nosotros. Votantes que siempre les deberíamos dar la espalda y parar en seco. Encendamos la antorcha de la razón, no nos dejemos consumir por la emoción.
"No pecó por embriaguez de sangre la Revolución Francesa, sino por haberse embriagado con palabras sangrientas. Para entusiasmar al pueblo y para justificar el propio radicalismo se cometió la torpeza de crear un lenguaje cruento; se dio en la manía de hablar constantemente de traidores y de patíbulos. Y después, cuando el pueblo, embriagado, borracho, poseído de esas palabras brutales y excitantes, pide efectivamente las “medidas enérgicas” anunciadas como necesarias, entonces falta a los caudillos el valor de resistir: tienen que guillotinar para no desmentir sus frases de constante alusión a la guillotina.
Los hechos han de seguir fatalmente a las palabras frenéticas. Así se inicia la desenfrenada carrera en la que nadie se atreve a quedar atrás en la persecución de la aureola popular. Siguiendo la ley irresistible de la gravitación, viene una ejecución tras la otra; lo que empezó como un juego sangriento de palabras se convierte en puja feroz de cabezas humanas. Se hacen así miles de sacrificios , no por placer, ni siquiera por pasión, y mucho menos por energía, sino simplemente por indecisión de los políticos, de los hombres de partido, que carecen de valor para resistir al pueblo. Cobardía en último término. Por desgracia, no es siempre la Historia como nos la cuentan, historia del valor humano. Es también historia de la cobardía. Y la política no es, como se quiere hacer creer a todo trance, guía de la opinión pública, sino inclinación humillante de los caudillos precisamente ante la instancia que ellos mismos han creado e influido.
Así nacen siempre las guerras, de un juego con palabras peligrosas, de una superexcitación de las pasiones nacionales; y así también los crímenes políticos; ningún vicio y ninguna brutalidad en la tierra han vertido tanta sangre como la cobardía humana"
Así nacen siempre las guerras, de un juego con palabras peligrosas, de una superexcitación de las pasiones nacionales; y así también los crímenes políticos; ningún vicio y ninguna brutalidad en la tierra han vertido tanta sangre como la cobardía humana"
Stefan Zweig. "Fouché"