Escuché "Walk on by" por primera vez cuando la obra maestra descubierta por Dione Warwick tenía más o menos mi edad actual. Fue una noche de viernes, quizá del 97 o 98. Al final de una retransmisión de Montes y Daimiel de un partido ya olvidado, que vi con las luces del salón apagadas mientras soplaba el viento lluvioso del invierno contra los cristales del ala norte del Palacio de Méndez Núñez en el que residía de manera habitual en aquellas ya lejanas fechas. Montes terminó el programa a ritmo de la canción, con la noche ya cerrada y con el patio del instituto de enfrente tan inundado que dudé de que al día siguiente pudiéramos sortear el traicionero humedal y jugar en la pista cubierta del fondo el partido que correspondía a aquella jornada de la liga cántabra de baloncesto. Años después, Andrés nos dejó huérfanos a los amantes de sus ocurrencias y del deporte de la canasta, y recordé aquel día de invierno, que no sé por qué ha quedado impreso con trazo impreciso pero actual en el libro de una memoria que transcribo de vez en cuando por este medio antes de que sus contenidos comiencen a quedar neuronalmente descatalogados para los restos. Hoy la vuelvo a escuchar para despedir a otro de mis periodistas de referencia, el mejor cantaor de goles que he conocido. Me acompañó en los mejores y peores momentos deportivos de mi vida. Y su voz narrará siempre aquellos recuerdos en el capítulo correspondiente de mi almanaque,con esos matices de estilo propio, libertad e idiosincrática genialidad que definen y definirán siempre a los verdaderos grandes del periodismo. Descanse en paz, Gaspar Rosety, caballero de las ondas, amigo a través de la frecuencia modulada.
"Si me ves andando por la calle y empiezo a llorar cada vez que nos encontramos, pasa de largo. Haz creer que no ves las lágrimas.."