lunes, 2 de noviembre de 2015

La esperanza de la ciudad del lago vuelve a casa


Después de atravesar una dura crisis del sector local manufacturero durante los años 60 y 70, la ciudad de Cleveland llegó a ser conocida por los lugareños como "The Mistake on the Lake" (el error sobre el lago, en traducción aproximada). La racha de mala suerte se extendió incluso a los equipos deportivos de la ciudad, con una sequía de títulos que se extiende hasta la actualidad, y que le ha valido a la urbe del americano Estado de Ohio ser reconocida oficialmente por ESPN como la más sufrida entre todas las ciudades con equipos profesionales en las grandes ligas. Aunque es de justicia reconocer que la economía sí mejoró con el paso del tiempo, todavía falta un primer título que devuelva la alegría de la victoria a la desesperada afición de orillas del lago Erie.
Estando en esas parece que por fin han encontrado a su particular Escudo de Roble, que les lleve a la reconquista de lo que nunca debieron perder. Lebron James, hijo del Estado, como Thorin de Erebor, sucumbió temporalmente a la fiebre del oro, y la sació con dos ventajistas títulos en Miami. Pero ahora ha vuelto a casa. Como el hijo pródigo, no deberían reprocharle nada. Este año, y lo digo ya abiertamente, voy con los Cavs. Voy con Lebron, aunque no me emocione especialmente su juego. Por la fe que tuvo el año pasado, que le hizo meterse en las finales con más de medio equipo lesionado. Por reconocer que quizá no hizo bien yéndose al camino fácil del sol de Florida, cargarse el equipo y la ciudad al hombro e intentar acabar con más de 30 años de frustación. Por ser ya treintañero del 84. Y sobre todo, porque merece una oportunidad de volver a casa y ser profeta en su tierra, haciendo esta vez las cosas como tiene que ser. Ojalá derrote la maldición del dragón y libere la ciudad de los hombres sobre el lago. Y consiga la piedra del Arca en forma de anillo que, esta vez sí, creo que se merece más que nadie.

viernes, 30 de octubre de 2015

Central Park, 1981



1981 fue un año duro para la economía estadounidense. Después del repunte agudo de la inflación que siguió a la revolución iraní del 79 y que posiblemente contribuyó a desalojar de la Casa Blanca a Jimmy Carter, la terapia de choque de Paul Volcker al frente de la Reserva Federal consistió en cerrar de tal manera el grifo de liquidez que los tipos de interés repuntaron a niveles en los que pedir un préstamo se convertía en una aventura poco recomendable. Es muy factible que no fuera casualidad que precisamente el 81 se convirtiera en el año con más crímenes y atracos de la historia de la ciudad de Nueva York.

Fue precisamente en septiembre de aquel oscuro periodo de desempleo y caras largas cuando Simon y Garfunkel reaparecieron ante medio millón de personas en Central Park. Llevaban separados más de una década, y volvieron, precisamente como puente sobre aguas turbulentas, al rescate de una ciudad que nunca los olvidó del todo. Y se mostraron imperfectos pero compenetrados. Fríos pero auténticos. Como si aparentemente no hubiera pasado el tiempo, pero a la vez con el bagaje de más de diez años de desencuentros siempre presente. Fue el momento perfecto para lanzar su mensaje, y esta maravillosa interpretación de The Boxer es para mí el instante cumbre de la actuación. Al inicio, Garfunkel aparece cruzado de brazos, se nota la tensión. En el 0:26 se adelanta y mete la pata. La sonrisa de Simon es la del viejo amigo que reencuentra por fin a su compañero de siempre. Garfunkel sigue tenso. En el 2:34 llega la sorpresa. Una nueva línea, no incluida en la grabación original. "Después de cambios sobre cambios, seguimos siendo más o menos los mismos". Sonrisa abierta de Paul. Habrá que esperar hasta el 4:19 para el gesto de complicidad de Art. Prácticamente, la canción dice más por los silencios y miradas que lo que expresa la letra. Imperfecta y quizá tosca interpretación. Pero una maravilla irrepetible, representativa de un tiempo y una amistad. Acompañada de un último grito profético de resistencia al cielo de la Gran Manzana. Los años duros pasaron y pasarán. Pero el recuerdo de los golpes permanece.¡Genios!

"n the clearing stands a boxer
And a fighter by his trade
And he carries the remainders
Of every glove that laid him down
And cut him till he cried out
In his anger and his shame
“I am leaving, I am leaving”
But the fighter still remains..."

domingo, 21 de junio de 2015

Tres Mares

Pico Tres Mares. Imagen tomada de esta maravilla de web.

Peñas arriba, más allá del valle de Polaciones, se levanta el Pico Tres Mares, único en todo el territorio peninsular por ser fuente de aguas que desembocan en cada una de las franjas litorales de la piel de toro. Desde sus más de dos mil metros, es y será testigo mudo del papel vertebrador de las tierras de La Montaña y de sus habitantes sobre el resto de sus vecinos en esa realidad cambiante que discutimos como España.

Porque, desde que lo descubrí en los bonitos mapas de un inolvidable facsímil de Conocimiento del Medio, entendí que los cántabros desde nuestra recoleta tierrruca podemos combinar a la perfección la dualidad del amor al hogar y la vocación de apertura y de comunidad. Montañeses de nacimiento y españoles de vocación, como los afluentes del tresmares.
Plurales y diversos como las tierras que riega el río eterno. Siempre orgullosos de las raíces, como ese Ebroque se despide en catalán, pero de alguna manera remolonea en forma de delta. Y sobre todo, no excluyentes y con altas miras. Como atestiguan desde tiempos inmemoriales los Picos adecuadamente llamados de Europa. Bien harían en tomar ejemplo algunos, que en su provincianismo miope quieren monopolizar el estado de la opinión. Dejadme que diga la mía. Que viva Iván de la Peña, el fútbol Holandés, Mikel Laboa y las hamburguesas del Thanis de la misma nacionalidad. Larga vida a las bravas de Malasaña y del Zatón regadas con sidrina asturiana. Y también a esa eterna indefinida que en su realidad diversa nos acoge a todos en convivencia mutua. Venga Xavi, que te veo tímido, así que te ayudo. Visca Catalunya. Aúpa Cantabria. Y que viva España, tú!

miércoles, 6 de mayo de 2015

Keynesiano Barcelona

Hacía tiempo que no me ponía tan nervioso viendo al Barcelona. He asistido desesperado a una tensa primera parte y a las continuas alternativas en el juego, no dejando de admirar la valentía de un Guardiola que siempre sale como los buenos trapecistas. Sin red. 

Pero debo decir que de alguna manera, y quizá adormecido por años de cansina posesión, ansiaba la llegada del macrodesequilibrio presente. Porque ahora Messi, como la buena política fiscal, aparece como remedio coyuntural y decisivo, y no como pincelada de color casi invisible en el blanco y negro nostálgico de un tiquitaca obsoleto. As usual, los tipos bajos siguen estimulando la inversión, pero en este caso en proyectos con olor a gol. Con este nuevo banquero central, salimos de cara y en vertical, para bien o para mal. El Keynesiano corto plazo del ataque directo ha sustituido al calmado pase en busca del hueco, y creo que era lo que tocaba, porque a largo plazo, todos roques. Xavi cumple como profesor emérito (que ya le tocaba). Rakitic es un desastre, pero da salsa. Y rodeado de vikingos, he coreado por lo bajini un mantra después de que Neymar vengara a Pacman y fusilara de caño al chulito de Mayweather Neuer. Como su primo Adolfo, un apellido perfecto para una transición necesaria. Las seis letras que llevará mi camiseta si nos enfrentamos al Madrid en la final de Champions. Qué mejor elección para el anillo de compromiso. Espero poder gritarlo al cielo madrileño en breve. ¡bota el centro...marca Suárez!!


sábado, 2 de mayo de 2015

La política y los amigos

"¿Os afectará la dimisión de Monedero electoralmente?". Un visiblemente afectado Pablo Iglesias contestó con el corazón, y a falta de razones objetivas se le escapó un tierno deseo. "No afectará a las elecciones...porque no". Y debo decir que me gustó mucho la respuesta por lo que tiene de auténtica y natural. Pocas veces en todo este tiempo le había visto no calcular y hablar desde la boca del estómago, donde de verdad duele la dimisión del amigo, al que en todo momento ha respetado.
Mucho se empeñan los medios (con El País a la cabeza, por cierto) en mostrarnos gráficamente el abatimiento del líder. Si el objetivo es hundir el tocado transatlántico Podemita, han pinchado, al menos conmigo, en hueso. Hablemos de política e ideas, y en eso tengo mucho que discutir con ellos y estoy muy lejano. Pero con un segundo de respuesta ante la adversidad, me ha dicho en lo personal más Iglesias que todos esos "amigos" de Rato de los que el interesado reconoce que ya no atienden sus llamadas. Echo en falta autenticidad ante la caída del amigo. Dureza política y condena de lo indefendible, pero calidez personal, que no es incompatible. La amistad se debería respetar en política, y lo personal tratarse como sagrado y comprensible. No me gustó cuando se utilizó a las hijas para atacar a Zapatero, ni las insinuaciones cavernícolas de la derecha más rancia respecto a Iglesias y Tania Sánchez. Prefiero un Guindos reconociendo pasarlo mal por el proceso a Rato que ese Rajoy evitando nombrar a Bárcenas mientras lo consolaba vía SMS. Mucho me dicen para mal todos aquellos que corren al abrigo de ciudadanos deshojando la Rosa, negándola antes de que cante el nuevo gallo electoral, como si antes no la hubieran aclamado como Mesías.
Por las expuestas, y por otras razones, esta primera vez que voto en Madrid, me estoy planteando confiar en el economista Carmona para la ciudad. No olvido que cuando cayó Gómez, reaccionó como el amigo que es, sin necesariamente compartir la visión política del caído. Y allí estuvo, a su derecha, respetando y sin negarle cuando las nubes de tormenta se cerraban. Puso la mano en el fuego con el corazón, y no la cabeza táctica. Eso no es de derechas ni de izquierdas. Es humano. Y tantos estrategas electorales de chichinabo no harían mal en recordarlo. "gonna try...with a little help from my friends". Pues eso. Gracias, amigo Ringo.

martes, 17 de febrero de 2015

El encanto de la Robustez Petrosiana


"Nunca olvidaré la alegría experimentada por las maniobras de mi torre... Creo que un pintor tiene el mismo sentimiento cuando ve claramente que su idea se ha realizado en el lienzo" 
Tigran Petrosian, hablando sobre una partida que le enfrentó a Taimanov.
Estoy de acuerdo con el maestro Leontxo García y con el gran Tal en que el jugador de ajedrez es un artista, que plasma su obra en un lienzo de 64 casillas. Y como en todas las artes, existen distintos estilos estéticos, y las preferencias entre los aficionados son variopintas. Quizá Tigran Petrosian sea uno de esos genios controvertidos, que nunca dejan indiferente a los que contemplan su obra, en mi caso con los ojos brillantes de la admiración profunda. Tachado por algunos como excesivamente prudente, es caracterizado por otros como un artista del contrajuego, y comparado por la mayoría con un verdadero muro, infranqueable para el rival y aparentemente inasequible al desaliento.

Nacido en Tblisi (Georgia) aunque armenio de nacionalidad, y con un lugar por derecho propio entre los grandes de la historia del ajedrez soviético y mundial, el hombre tranquilo perteneció además a ese selecto club formado por los Campeones del Mundo de las 64 casillas. Afable y tranquilo en las distancias cortas, y con un conocimiento del juego sobresaliente, ganaba sin florituras en muchas ocasiones y buscaba el refugio de las tablas sin disimulo cuando lo consideraba necesario. Los riesgos, siempre calculados. "Mide siete veces y corta una", fue la perfecta definición de uno de sus biógrafos (bonita semblanza del Tigran aquí, fuente de curiosas anécdotas).

Pensaba en el Gran Maestro Petrosian cuando releí por casualidad la serie de joyas de Fernández. Villaverde (F-V) sobre política fiscal (aquí enlaces a las tres partes). En una pequeña frase encuentro condensada la reflexión que quiero poner de manifiesto en la entrada. Dice Jesús: 

"El deseo de robustez creado por la incertidumbre lleva a tomar decisiones de política fiscal más centradas en evitar los peores escenarios" 
Y se me ocurre bautizar la política fiscal planteada por F-V, no sólo como robusta, sino con el apellido de Petrosiana (si bien para el aficionado podría considerarse una redundancia). En un mundo de incertidumbre (definida por Frank Knight como la imposibilidad de calcular las probabilidades de los posibles escenarios futuros), tiene sentido tomar decisiones que minimicen el daño en el caso de encontrarnos en la peor situación de las imaginables. Evaluemos con conocimiento profundo (a través de verdaderos expertos) las amenazas potenciales de las piezas rivales. y actuemos en consecuencia para evitar males mayores. Como en el caso del Gran Maestro, el estilo puede ser criticado por algunos, quizá pensando que no se están aprovechando todas las oportunidades potenciales de victoria (subir el gasto o bajar impuestos es siempre una tentación en tiempos de bonanza). Pero la experiencia por ejemplo de la burbuja inmobiliaria reciente en España nos indica a las claras los riesgos de sacar el champán sin pensar en la dura resaca del día siguiente. ¿hubiera tenido sentido una mayor austeridad en las vacas gordas?. Posiblemente más que cuando de verdad se aplicó, ya con el riesgo de jaque mate para la zona euro próximo.


Tanto en el ajedrez como en la vida, quizá un buen lugar estaría entre Tal y Petrosian. Quizá la virtud esté en algún matiz del ansiado término medio. Entre el agua y el fuego, en ese delicado equilibrio que podría definir la trayectoria óptima de política económica. No podemos hablar de Keynes sin citar a Friedman, y ambos tienen algo que enseñarnos. Y aquellos que admiramos al espectacular Tal, siempre tendremos en nuestro corazoncito la genial intuición de uno de los grandes, que quizá a fuerza de andar con pies de plomo pasó por la gloria del ajedrez en zapatillas. Sirvan estas líneas de homenaje a Tigran Petrosian, uno de esos artistas cuyas composiciones quedarán siempre en la memoria del buen aficionado, en esa balda reservada a los Grandes Reservas Vintage.

jueves, 12 de febrero de 2015

Economía neoclásica...y Tal (Mijaíl)




Buceando en la interesante serie de opiniones sobre el historiador británico Niall Ferguson que escribe Jesús Fernández-Villaverde, me encuentro con la siguiente reflexión del autor:
"[...] en general no entiendo nunca los modelos donde la demanda importa en el largo plazo. Aunque en el corto plazo las rigideces de precios y salarios pueden dar un papel a la demanda agregada como determinante del nivel de equilibrio de output que no se daría en el caso de precios perfectamente flexibles, en el largo plazo tengo la profunda convicción que los precios terminan siempre ajustándose (aunque lleve una década)"
Confrontado con la rotunda afirmación, no puedo evitar observar ciertos signos de rebeldía en el keynesiano reconstituido con el que convivo. Aceptando, como toda la corriente principal, la importancia de los factores de oferta, y en concreto de la productividad en el largo plazo, y no negando el progresivo ajuste de precios, me parece importante además pensar en el modo en el que las cicatrices de las malas decisiones del corto condicionan el devenir futuro de las economías modernas. Los fallos de demanda efectiva de Leijonhufvud y Clower y otros elementos relevantes, como los arreglos institucionales del momento (reglas del juego), resaltados por Acemoglu y Robinson, dejan sin duda impresas sus huellas , y a modo de hojas de Morgul, las heridas abiertas quizá nunca lleguen a cicatrizar del todo. Del mismo modo que creo evidente que la resaca de los inciertos 70 nos dejó con unas tasas de paro a todas luces difícilmente aceptables, considero además que podemos llevar el argumento más allá y hablar de manera más general de la conocida diferencia entre táctica y estrategia, y de su interacción simbiótica lo largo del tiempo, que explica en última instancia los resultados tanto de los juegos como de las guerras. Sin duda, el éxito del plan a largo plazo (estrategia) se ve condicionado por la habilidad para maniobrar en distancias temporales cortas (táctica) y las circunstancias imponderables que existen en un tiempo relativamente inmediato. Lo mismo que, como bien comprobó Napoleón, la táctica es inútil sin un buen y definido plan general, todo el edificio construido sobre la base de la productividad y el crecimiento tecnológico que es la teoría del crecimiento futuro se derrumba sin un buen tratamiento de las crisis del corto plazo. 

Se me ocurre que por ello, parafraseando a Skidelsky, el maestro está de vuelta. Y no sólo me refiero a mi admirado Keynes y su visión impresionista de un sector público activo que garantice la prosperidad y el camino correcto. Sino a otro mago, ajedrecista y nacido en Riga. Conocí por primera vez a Miguel (sintomática castellanización de nombre que en sí misma constituye una curiosa muestra de histéresis lingüistica heredada de tiempos más oscuros) en una de las viejas revistas de mi padre, cuando daba sus últimos coletazos a un todavía respetable nivel competitivo. En efecto, el juego del Gran Maestro Mikhail Tahl siempre tuvo presente las circunstancias y peculiaridades del corto plazo, y la importancia decisiva del mismo sobre la victoria final de la partida. Tahl enredaba al rival en inesperadas variantes y sacrificios, moviéndose como pez en el agua bajo presión, mientras su rival no encontraba la salida y terminaba frustrado y con un cero en el casillero del torneo de turno. Dado mi gusto por la crónica en rosa, no puedo dejar de citar el curioso pensamiento que según sus propias declaraciones le asaltó en cierta partida (transcripción obtenida de esta bonita página):
"Nunca olvidaré, por citar un ejemplo, mi encuentro con el maestro Eugenio Vasiukov (Kiev, 1964), durante uno de los campeonatos de la URSS. La posición en el tablero era muy compleja y pensaba sacrificar un caballo. No era una variante muy clara, puesto que existían muchas posibilidades. Comencé a calcular y me horrorizó la idea de que el sacrificio fuera falso. Las ideas se me amontonaban en la cabeza: una respuesta correcta del contrario en determinada situación la traspasaba a otra variante y allí, naturalmente, aquel movimiento era inoportuno por completo. Lo concreto es que en mi mente se formaba un montón caótico de movimientos, a veces incluso sin ninguna relación entre sí. No sé por qué, pero en aquel instante recordé la célebre poesía infantil de Korney Chukovski:¡Oh, qué difícil debe ser el trabajo de sacar a un hipopótamo del pantano!"

Recuerdo que en mi cabeza se amontonaban cabrestantes, palancas, helicópteros e incluso, una escalera de cuerda. Después de numerosos intentos no encontré ningún método aceptable para sacarle del pantano, y pensé con amargura: "¡Pues que se ahogue!" Y así el hipopótamo desapareció del tablero y me encontré con que la posición era más clara de lo que creía y, por supuesto, sacrifiqué el caballo.

Al día siguiente en la prensa se escribió: "Mikhail Tahl, después de analizar durante más de 50 minutos la posición sacrificó acertadamente una pieza...".
El mismo Bobby Fischer, después de perder cuatro partidas consecutivas en un torneo de candidatos expresó la idea perfectamente 
"Cuatro veces tuve posición ganadora....¡y las cuatro acabé perdiendo!"
Lo más curioso es que el análisis posterior de las partidas aumentaba el regusto amargo de la derrota, al revelar en muchos casos que, encerrados en el particular laberinto de Tal, los rivales ignoraban sistemáticamente respuestas que se revelaban adecuadas una vez pasado el trago. El componente psicológico del juego, dominado perfectamente por el acostumbrado Mijaíl, jugaba con frecuencia a su favor, y hacía que sus rivales escogieran una y otra vez opciones inferiores de movimiento de las piezas.

Si el campeón del mundo de ajedrez del bisiesto año de 1960 (pleno auge del keynesianismo práctico, por cierto) estuviera por aquí, seguro que me recordaría con voz aguardentosa, que la demanda (y en el lenguaje de los escaques, el corto plazo y la táctica) importan (y mucho). Porque la fuerza del consumo, la inversión y el sector exterior, pilares del gasto agregado, son indisolubles de la estabilidad necesaria para sostener un incremento de la productividad en el largo, que garantice un mayor nivel de consumo por trabajador a la manera de Solow. El sostenimiento de la demanda, en este sentido, consigue la permanencia en ese pasillo neoclásico del que ya hablé en anteriores entradas, y que es la base de mi idea general sobre el funcionamiento dinámico de la economía. Dentro de la senda de baldosas amarillas, la coordinación del sistema funciona, y en última instancia, retiene la manaza de Smith. Evitando un mate pastor prematuro, que dé al traste con la armonía futura que la seducción de la economía neoclásica promete. Y, por cierto, aprovecharía para reivindicar (y yo con él) la conveniencia de incluir el ajedrez en los planes educativos. Los resultados parecen prometedores, cuando menos.





lunes, 9 de febrero de 2015

Los Idus de Primavera (I Want to Believe...pero no me fío)

Cuenta el muy recomendable documental de Commanding Heights que en la primera reunión de la sociedad liberal de Mont Pelerin, Hayek sorprendió a los asistentes dedicando unas elogiosas palabras a los teóricos socialistas, que siempre se situaron en las antípodas ideológicas del austriaco. "Por lo menos tienen el coraje de ser idealistas". Después de ver la masiva y reciente manifestación de Podemos y las sucesivas intervenciones semanales de Errejón, y en profundo desacuerdo con muchas de sus (muy genéricas) propuestas económicas, no puedo dejar de admirar un entusiasmo en sus seguidores que no llega a calar en mi quizá frío corazón neoliberal. Mulder diría aquello de "I Want to believe". Pero no creo y desconfío del que me regala el oído. Por casualidad o coincidencia, el zapping del mismo sábado de la concentración me llevó a encontrarme en Cuatro con "Los Idus de Marzo", película sobre políticos muy recomendable dirigida por George Clooney. En un determinado momento, se produce el siguiente intercambio, en el que digamos sinceramente que no estoy nada cerca de Stephen.
Stephen: "No me importa si Morris va delante en las encuestas. No me importa si tiene todo lo que hay que tener. Es el único que puede hacer una verdadera diferencia en la vida de la gente, aunque la gente le odie [..]No me importa si puede ganar. Tiene que ganar"
Ida: "Y si no gana qué? El mundo se derrumbará? no importa. Las vidas de todos los desgraciados que trabajamos, comemos y dormimos, luego nos levantamos y volvemos a trabajar no cambiarán. Antes de que te metieran todos esos pájaros en la cabeza creo que lo tenías claro. Morris es un político. Es un tío simpático. Todos lo son. Te decepcionará. Tarde o temprano"


domingo, 8 de febrero de 2015

Ent-conomía

"¿Lado? No estoy del lado de nadie, porque nadie esta de mi lado, pequeño orco"  
Bárbol, El Señor de los anillos.
Dice Charles Wheelan en su muy recomendable libro de "Economía al desnudo" que eso que llamamos mercado, entendido a vuelapluma como sistema de precios y libre emprendimiento bajo propiedad privada, no es un ente inmoral ni particularmente malvado. Tampoco es un dechado de virtudes al que confiar ciegamente el incierto futuro de nuestras sociedades. Se trata de un instrumento, como diría Joan Robinson, que puede ser utilizado (o abandonado) con distintos fines. Y es, por tanto y en este sentido, amoral. No me resisto a escanciarme, en traducción libre y con anotaciones, algún versículo.

"La economía de mercado es una fuerza muy poderosa para hacer que nuestras vidas sean mejores [...] Al mismo tiempo el mercado es amoral. No inmoral, simplemente amoral. El mercado recompensa la escasez, lo que no tiene ninguna relación inherente con el valor. Los diamantes tienen un precio muy alto, mientras que el agua [...] es casi gratis. Si no hubiera diamantes en todo el mundo, apenas sería un inconveniente. Si desapareciese toda el agua nos moriríamos [...]. El mercado es como la evolución, una fuerza extraordinariamente poderosa que se dedica a recompensar al rápido, al inteligente y al fuerte [yo añadiría, en su apliación práctica conocida, al ya previamente poderoso]. Dicho esto, convendría recordar que dos de las especies más adaptadas en el planeta, son la rata y la cucaracha"

Es, en definitiva, a nosotros, pequeñas motas de Carbono, a quienes nos corresponde intercambiar su neutralidad moral  por militancia activa en servicio de una serie de fines que nos corresponde definir políticamente. Una vez consensuada la solución democrática como (imperfecta) pero operativa manera de agregar nuestras preferencias individuales, y la existencia de planeta y tiempo para definir nuestros objetivos, dos conclusiones puedo sacar en claro.

La primera, la conveniencia de recuperar ese apellido de "política" que la economía llevó hasta el cisma Marshalliano. Nuestra cosmovisión es indisoluble de las soluciones que planteemos a los problemas de escasez que desde Robbins y Friedman consideramos como centrales de nuestra disciplina. El sueño de una economía completamente libre de juicios de valor a las buenas constituye una fatal arrogancia, y a las malas, uno de esos letargos de la razón que inevitablemente producen monstruos. No quiero (como quizá sugiera aquí el profesor Anisi) adoptar al respecto sin embargo la posición de negar cualquier carácter científico a la disciplina, pues el método seguido debe ser riguroso y el análisis de los economistas puede arrojar (y efectivamente lo ha hecho) una luz decisiva que contribuya al progreso (una buena defensa desde la profesión, aquí). Es un hecho que el tratamiento de las recesiones de hoy se beneficia de los estudios rigurosos del pasado.

La segunda, la propuesta, conocida con el quizá tibio nombre de Tercera Vía de que utilicemos el mercado con pies de plomo y toda la parsimonia que nos podamos permitir. Apoyémonos en regularidades y análisis de los expertos en la materia. Pero no olvidemos que, al igual que la justicia, y por su carácter instrumental, la máquina de Adam Smith es ciega, y en ello van sus virtudes y defectos. El voto se mide en euros y no en personas, y como cualquier estudiante de primero de microeconomía puede fácilmente discernir, las demandas de aquellos que no pueden apoyar sus reivindicaciones en el lenguaje del verde billete son invisibles. La dolorosa realidad lo muestra a las claras: las bolsas de exclusión y desigualdad siguen muy presentes hoy, y tienen que ver con grupos masivos de individuos sin voz en este particular lenguaje de las economías modernas. Personas nacidas supuestamente iguales a nosotros, pero sin el "privilegio" de lo que Clower o Leijonhufvud definirían como capacidad para sustentar sus demandas nocionales y traducirlas en voces efectivas. Si seguimos con la metáfora linguîsitica que tanto agradaría a Tolkien, estamos hablando de una gran parte de la humanidad sin diccionario ni medios para hacerse entender en un mundo que presenta como única una Lengua Común que en realidad empobrece, Llevemos más allá la reflexión. ¿Es compatible declarar supuestos derechos que no pueden ser ejercidos a través del único código que el mercado entiende? Hablar de derecho a una vivienda digna sin proporcionar a los individuos los medios (monetarios o no) para garantizarla suena a los más perjudicados como un intolerable brindis al sol, o a las malas como una malévola sonrisa del subastador Walrasiano ante el que se postran los curanderos que se autodenominan expertos.

Es relevante por tanto reiterar, como señala a las claras David Anisi, parece que alguien quiere hacernos creer que la taladradora es la única alternativa. No son el mercado, ni menos sus versiones Sui Generis de capitalismo de amigotes, las únicas herramientas de la caja, y su presentación como única vía constituye un claro caso de fraude intelectual, como podrán bien comprobar los consumidores de electricidad durante este frío enero. El mercado desnudo es frío y calienta la creación de escasez, como el  histórico caso de los diamantes muestra a las claras. Humanicémoslo y no insultemos como economistas el entendimiento del que no llega a fin de mes. Nuestro fracaso en la distribución (objeto de la economía según los Ricardianos) es patente. La igualdad de oportunidades parece resentirse en un mundo de crecientes diferencias

Lo mismo que el sorprendido Meriadoc Brandigamo, alcemos la voz, argumentemos y abramos la caja de herramientas, esa que por intereses más o menos inconfesables parece cerrada para unos y descartada en las reuniones de la Gente Muy Seria. Convenzamos a los Bárbol de turno de que merece la pena tomar partido en nuestra particular guerra del anillo. Desde la humildad, pues incluso los concilios de los grandes yerran. Las cicatrices del corto plazo serán visibles en ese largo plazo que dibujan los macroeconomistas clásicos. Y Sauron, aparentemente destruído en aquellas batallas del siglo XX, sigue acechando. Aunque algunos no quieran ver.


Monedero, 400.000 votos y la preferencia revelada

Dicen los (muy suyos pero pragmáticos) ingleses que hablar es gratis, y sólo a través de las hechos se pueden inferir las creencias reales de los sujetos. En español castizo, yo no me fiaría demasiado del Ministro que después de contar las bondades del sistema público de educación lleva a sus hijos al colegio británico. Fue lo primero que me vino a la cabeza cuando me enteré esta semana del todavía oscuro asunto de Monedero, sus dineros y la Agencia tributaria.

Usando una fuente nada sospechosa, me fijo en que dice Ignacio Escolar que "lo criticable en este caso no es que Monedero gane mucho o poco dinero o que facturase a través de una sociedad limitada sin trabajadores: eso es perfectamente legal...". Y es precisamente lo que a mí me parece, a priori, por lo menos reseñable.
En el tema fiscal, la justicia (y no Sáenz de Santamaría y Montoro, tan rápidos ellos en señalar con el dedo a unos ciudadanos y tan lentos en otros casos) dictaminará en función de las pruebas aportadas, y no me siento con derecho ni información para reprochar nada o inferir entre el ruido de sables informativo las conclusiones oportunas.
Pero el hecho de que Monedero justifique que cobró el precio de mercado por sus servicios de consultoría a uno (o varios) supuestos paraísos bolivarianos, o simplemente dé por respuesta el silencio al ser cuestionado por ello no deja de ser irónico. Aproximadamente 400.000 euros de esos de los malvados mercados, cobrados y recibidos por anticapitalistas declarados. Me recuerda a Llamazares ahorrando en fondos de inversión mientras levantaba el puño en los mítines comunistas. Quizá las declaraciones públicas van por un lado y la verdadera procesión va por dentro. 400.000 votos para intercambiar en la perversa máquina amoral de Adam Smith, esa a la que el propio Monedero atribuye (creo yo injustificadamente) gran parte los males del mundo. Demasiada cantidad y cuando menos llamativa, según mi experiencia trabajando en consultoría en una de las empresas líderes del sector. Pero sobre todo un canto a la hipocresía para un autodeclarado admirador de Lenin. 
Echo en falta el reconocimiento público del mercado como instrumento útil, que no como fin de todas las cosas (curiosamente algo que sí reconocen Stiglitz o Krugman, que son citados como referentes cuando interesa). Utilicémoslo donde sabemos que funciona. Controlémoslo donde (en muchos casos subjetivamente) consideremos que están sus sombras (educación, desigualdad, cobertura sanitaria, reglas del juego). No olvidemos la importancia del retículo valorativo que nos subrayó el profesor Anisi. Mi (ideológica) respuesta: Más Suecia y menos Chávez. Pero dejemos de prestar atención a ideologías trasnochadas probadamente fracasadas. Que lo único que hacen es pillar en contradicción una y otra vez a sus defensores y ponerles colorados ante sus posibles votantes, mientras planean una nueva manifestación desde sus teléfonos Apple a través de grupos de Whatsapp, con un Big Mac en la mano. Pero eso sí, las sudaderas del Alcampo, ese gran reducto socialista del colorido (e inexistente) mundo que recuerdan con nostalgia.


viernes, 6 de febrero de 2015

Entrepreneurship a la española

"Todos comos culpables de la situación, llega el momento de que hagamos sacrificios y nos apretemos el cinturón, los mercados así lo demandan. El salario mínimo nos impide contratar, y debemos relocalizar fábricas con beneficios para mantener la competitividad" dijo el conocido empresario. Y el sudor frío de la incertidumbre existencial cubrió su frente. Acto seguido, y con una pena que le encogía el alma, comenzó a degustar el exquisito solomillo, mientras guiñaba el ojo al político de turno.

sábado, 31 de enero de 2015

Las consecuencias históricas de Mr Churchill

Este enero se cumplen 50 años de la muerte de Winston Churchill. En plena Beatlemania (es curioso que el segundo nombre de Lennon se lo pusieron en su honor), Ias grúas de la orilla del Támesis se inclinaban para dar su último adiós a un hombre improbable, contradictorio, inclasificable y con varias personalidades. El último verdadero gobernante de un imperio. Bonitas imágenes de una época. De entre todas sus ocurrentes frases y lo dijeron de él, me quedo con dos extractos de sus discursos y otra descripción magistral del personaje llevaba a cabo por Alan Brooke, jefe de su Estado Mayor durante la guerra.
Churchill, en pleno bombardeo de Inglaterra por parte de los Nazis (1940).
"Defenderemos nuestra isla, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y las calles, lucharemos en las colinas; y... nunca nos rendiremos".
"Preparémonos para nuestros deberes y no dudemos de que si el Imperio Británico dura mil años, los hombres del futuro dirán... "aquella fue su mejor hora""
Alan Brooke, después de la guerra:
"Y lo curioso es que 3/4 partes del mundo piensan en él como uno de los grandes estrategas de la historia (...) y el otro cuarto no tiene ni idea de la amenaza pública que ha representado durante la guerra (...) Sin él, Inglaterra estaba irremediablemente perdida. Con él, hemos estado al borde del desastre una y otra vez. Nunca he odiado y admirado a la vez alguien de igual manera. Nunca extremos tan opuestos se han combinado en el mismo ser humano..."

jueves, 29 de enero de 2015

Mind Games

Cada vez que bajo al metro, me encuentro con el Thatcheriano y poco neutral lema de Madrid como la suma de madrileños, y me doy cuenta de que nunca podré compartirlo. No se puede definir un equipo por la suma de individualidades (que se lo pregunten a España en el último mundial). Con la convicción de que unas patatas de Zatón no se pueden describir como la adición aislada de sus ingredientes, me rebelo y me dan ganas de plasmar en un graffiti corrector mi descontento. Madrid son los madrileños...+/- épsilon. Y ese residuo no explicado es la salsa secreta. Un poco de todos y a la vez de nadie. 
Me doy cuenta así mismo del error totalitario (y peligroso) que constituye la costumbre marxista de definir colectivos y dicotomías, que en última instancia están por encima del individuo. "el proletariado". "la casta", "el Madrid", "los catalanes y los españoles". Nunca podré creer en el mundo planificado desde arriba que me dibujan Podemos y el madridismo al uso, ni en el excluyente del nacionalismo identitario. Me hielan los huesos el individuo desnudo y la deconstrucción social de la autodenominada derecha "liberal" española, y ni siquiera planteo como opción al que ya ha demostrado de lo que (no) es capaz. A mi paisano Revilla (al que por otra parte quiero mucho y me cae muy bien) le diría, resumiendo mi opinión sobre su gestión, solo una cosa: "puerto de Laredo". Así que tengo una papeleta, una idea que va tomando forma, varias urnas en el horizonte...y mucho me temo que pocas certezas, querido John.

jueves, 8 de enero de 2015

Indurain. Héroe del silencio y orgullo de los 90

Hubo un tiempo en que las mayores alegrías futbolísticas para este país de contrastes venían dadas por las victorias de Oliver Atom frente al tojú, o las asombrosas recuperaciones de Julian Ross tras triple bypass a corazón abierto. En aquellos ya lejanos días, el pase a dieciseisavos de Wimbledon del maravilloso Pato Clavet merecía el chascarrillo orgulloso de Matías Prats como noticia de portada de la sección de deportes. Sí. Es cierto que Carlos Sainz todavía ganaba mundiales, y que extraterrestres como Ballesteros u Olazábal nos quitaban la sed en nuestro desierto balompédico. Y también que el propio Clavet será para siempre mi jugador favorito. Pero si alguien contribuyó a sacarnos de las tinieblas, esas del "no se ahogó ninguno" como noticia de los mundiales de natación, fue Miguelón. Para estos niños actuales de la ESO, hijos de verano deportivo, que mamaron el gol de Iniesta y la tiranía de Nadal, debo aclarar que no me refiero al hermano de Antonio Alcántara. Sino a un superhombre de Villava, parco en palabras pero noble de corazón y bravo de espíritu. Indurain llenaba nuestros julios, y convendría no olvidar que nos trajo la primavera. Fue el embajador de lo que luego vino. Aunque clarísimamente se confundiera de marca de Sobaos.